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Viernes, 13 de septiembre 2024, 10:27
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La tienda de Elena y Mari Cruz Moreta en el barrio de La Antigua ha prestado servicio a los vecinos durante más de tres décadas, pero ha llegado el momento de cerrarla para iniciar una nueva etapa.
Su experiencia en el sector comercio comenzó 53 años atrás gracias a la tienda que tuvo su madre en ese mismo barrio. Durante una temporada, convivieron las dos tiendas hasta que cerró la que puso en marcha su madre. Y después de más de medio siglo de experiencia, Elena Moreta ha decidido iniciar una nueva etapa por motivos familiares, que le ha llegado a cerrar su negocio, en el que ha hecho «más amigos que clientes».
Y consciente de la importancia de esa tienda, la asociación de vecinos de La Antigua ha querido rendir homenaje a las hermanas Moreta en reconocimiento a su trabajo y trayectoria en el barrio. Vecinos, amigos, familiares y representantes de la asociación vecinal se han dado cita en la puerta de la tienda para rendirles un sencillo homenaje antes de cerrar las puerta de la tienda.
Con la voz entrecortada, Elena Moreta se dirigió a los presentes para agradecerles su apoyo durante esos 30 años en una convivencia diaria que ha trascendido más allá de la mera relación de comerciante y cliente. «Cerrar la trapa de esta tienda es muy doloroso, pero - dirigiéndose a sus clientes- con vosotros se hace más llevadero», ha asegurado Elena Moreta, para añadir: «Me habéis aportado muchísimo» con lágrimas por la emoción del momento mientras los presentes aplaudían en señal de reconocimiento.
Precisamente, han sido ellos, sus clientes, sus principales «psicólogos» ya que en esos 30 años en la tienda ha podido compartir con ellos muchos momentos, buenos y malos. «La tienda me ha aportado muchísimo y confío en que alguien se interese por este negocio», ha explica para añadir. «Estoy muy agradecida a mis clientes, que es lo mejor que me ha pasado en estos 30 años». En cuanto a lo peor de esa experiencia, ha asegurado que lo más difícil era trabajar de lunes a domingo ya que una tienda de esas características, las antiguas ultramarinos, requiere una apertura continuada en el tiempo para dar servicio.
Y en ese homenaje, han regresado a la cabeza de Elena y Mari Cruz Moreta, al igual que a la de su hermana, Carolina, la imagen de sus padres Catalina y Santos. «Cuando murió mi madre, me sentí muy apoyada y ese sentimiento ha vuelto porque mis clientes me dicen que me merezco este homenaje por ser hija de quien soy. Es la herencia de mi madre», ha explicado.
Sigue en el barrio de La Antigua y espera que alguien quiera dar el paso de tomar las riendas de la tienda para que esa zona de Béjar no pierda otro servicio como es el comercio de proximidad. Y mientras tanto, las hermanas Elena y Mari Cruz Moreta disfrutan ya de un merecido descanso en compañía de su hermana, Carolina, y con el recuerdo de sus padres siempre presente.
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