El drama de Jesús: sin vacuna pese a estar postrado en una silla de ruedas por ser eléctrica: “Soy un trozo de carne”
No figura en el listado de grandes dependientes a pesar de que no puede ni siquiera vestirse sin ayuda
Miércoles, 24 de marzo 2021, 09:11
Tener una silla de ruedas eléctrica, pagada por cierto por la Seguridad Social, ha impedido que Jesús Granados, un vecino de Peñaranda de 69 años y con múltiples patologías, haya recibido la vacuna de la covid al no considerarle como gran dependiente.
“En el centro de salud me comentan que a ellos les llegan los listados con las personas a vacunar para citarles y yo hasta ahora no aparezco en ellos. Tengo la gran invalidez reconocida pero no me consideran como gran dependiente a pesar de que necesito ayuda para todo, para vestirme, para ir al baño, para ponerme en la silla. Tengo miedo de contagiarme porque como yo pille el bicho duro cuatro días”, afirma Jesús Granados.
Sin saber aún si le incluirán en el grupo de enfermos crónicos o le llamarán cuando llegue el turno de las personas entre 60 y 69 años para recibir la vacuna, su particular confinamiento se sigue prolongando. “La última vez que salí de casa fue el 15 de febrero para ir a hacerme una analítica que me pidió la endocrina. Estoy aislado todo el día en mi habitación y mi mujer y mis hijos entran siempre con mascarilla porque también temen contagiarme”, añade.“Hay personas de 80 años que médicamente están mucho mejor que yo porque en mi caso tengo claro que yo no llegaré a esa edad. Morir no me da ningún miedo, de hecho cuando tuve el infarto de grado IV me dieron la extrema unción y los médicos se asombraban incluso de que estuviera vivo”, reconoce Jesús Granados.
Hasta hace tres o cuatro años un bitutor que estabilizaba su pierna más débil le permitía hacer por sí mismo la transferencia de la silla de ruedas a la cama o de la silla de ruedas al coche aunque ahora ya ni siquiera conduce tras la aparición de una doblez en la mácula del ojo que le produce doble visión. “Soy un trozo de carne con una cabeza implantada y un cerebro que funciona” confiesa.
Con 62 años, a raíz de sus graves problemas cardiacos derivados del infarto y de una arritmia, Jesús llegó incluso a consultar con el especialista la posibilidad de someterse a un trasplante de corazón. “Por edad era el candidato perfecto, la tensión siempre la he tenido bien pero el problema entonces también era estar en silla de ruedas, una discriminación más. Parece que si vamos en silla de ruedas no teneos derecho a vivir” afirma. Con la función cardiaca al 24 por ciento y con patologías de diabetes y de la función renal, su estado general se va agravando y debilitando a la espera de una vacuna que sorprendentemente no llega y que permitiría a Jesús Granados recobrar cierta normalidad e incluso salir a la calle con la silla de ruedas que por ahora le aleja de la ansiada vacuna.