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Su construcción fue toda una obra de ingeniería, así lo ratifican los 13 puentes y los 20 túneles que jalonan los 77,5 kilómetros de recorrido de la vía férrea que une La Fuente de San Esteban y Barca d’Alva , que ahora se conoce como “Camino de Hierro”. Algunos historiadores e ingenieros han calificado esta infraestructura como una “verdadera epopeya” de finales del siglo XIX. Fueron más de cuatro años de obras, una inversión superior a los 20,36 millones de pesetas (unos 122.300 euros), dio empleo a más de 5.000 trabajadores y se cobró la vida, ya fuera directa o indirectamente, de 1.334 personas.
Estos y otros datos son los que recoge el libro “El ferrocarril del Abadengo”, del salmantino Emilio Rivas Calvo y editado por la Diputación de Salamanca, en un claro intento por acercar a los ciudadanos “una historia muy cercana a nuestra provincia, pero también una de las obras de ingeniería más importante del siglo XIX”, señaló el diputado de Cultura, David Mingo. “Siempre tuve en mente hacer este trabajo y dar a conocer los pormenores de una construcción única en Europa y todo un regalo de la ingeniería”, subrayó el autor de la publicación, Emilio Rivas, quien reconoció que esta obra es el resultado de más de veinte años de investigación por las diferentes bibliotecas, museos y archivos.
Además de ofrecer una información detallada sobre el papel que jugaron las diferentes localidades por las que transcurre la línea férrea (Boada, Villares de Yeltes, Villavieja de Yeltes, Bogajo, Olmedo y Cerralbo, Lumbrales, Hinojosa, La Fregeneda y Barca d’Alva ), la publicación ahonda en los antecedentes que dieron lugar a este ambicioso proyecto —promovido por un consorcio de banqueros, empresarios y comerciantes portugueses—, el decisivo papel que jugó la Diputación de Salamanca, la elección del trazado, la construcción, el coste, la inauguración, la explotación y la nacionalización de la infraestructura en 1928, tras cuarenta años (desde 1888) de gestión privada.
Pero aquello que nació como un gran proyecto, resultó todo un fiasco. La empresa gestora se disolvió y algunos de los bancos que lo avalaron se arruinaron.
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