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Ángel Hernández y Natividad Gálvez abren la terraza del bar de su hotel en Miranda del Castañar. CASAMAR
Día 1 de la Fase 1 en Salamanca: el titubeo de los bares no se aclara

Día 1 de la Fase 1 en Salamanca: el titubeo de los bares no se aclara

Los bares y restaurantes de Aldeadávila, Lumbrales, Miranda y Robleda se dividen entre apertura y cierre en función de las expectativas y el potencial del negocio

Lunes, 11 de mayo 2020, 21:35

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Los establecimientos de hostelería englobados en las zonas de salud básicas en la Fase 1 de la desescalada, correspondientes a Aldeadávila de la Ribera, Lumbrales, Miranda del Castañar y Robleda, afrontan la nueva situación con dudas, pasos precavidos y disyuntivas. La ausencia de turismo, el clima, el número de habitantes, la predisposición a salir y las particularidades de cada modelo de negocio impactan directamente en la decisión de los autónomos y empresarios.

“Las terrazas no tenían salida antes por el calor, y viene una semana de lluvias”, argumenta Nuria Comerón, propietaria de un bar en Lumbrales. La previsión, que comparten otros muchos negocios similares, es abrir a partir del día 25, coincidiendo con la entrada de la siguiente fase. “¿Quién va a venir si no hay turismo?”, protesta.

Silvia Salvador, de Aldeadávila, también mantendrá el cierre de su restaurante. “Aquí la gente tiene mucho miedo a salir”, aclara e insiste en que la apertura no será viable hasta que la gente no pueda viajar. En su caso, al disponer de trabajadores, existe un problema añadido: “No podemos sacar a todos del ERTE”. En la misma localidad, Sindo Martínez apuesta por dar uso a las cinco mesas de terraza de las que puede disponer dada la limitación de aforo. “Hemos pasado dos días desinfectando y preparando todo”, dice.

Ángel Hernández y Natividad Gálvez disponen en Miranda de unos 500 metros cuadrados de espacio para poder sacar el máximo partido a la terraza del bar de su hotel, el único establecimiento hostelero abierto en la localidad. Echan de menos, sin embargo, no poder contar con elementos como palillos, servilleteros, el periódico del día o ceniceros para los clientes. Los comensales tampoco pueden acceder al interior del local.

En Robleda hay miedo ante lo que pueda venir, y Julia González, hostelera, opta por no abrir. “Me quedaría tan solo con una o dos mesas”. Asegura que otros negocios siguen la misa senda.

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