Campillo de Salvatierra desafía al frío y la nieve y celebra su matanza

Campillo de Salvatierra desafió este sábado al frío y la nieve y mantuvo la celebración de la cuarta edición de su matanza tradicional aunque, eso sí, tuvo que hacerlo con algún cambio. Primero, llenó la Plaza de carpas para que tanto el público, como los responsables de la matanza y los cocineros pudieran trabajar con la mejor comodidad.

El acto comenzó con el nombramiento de matanceras de honor a las representantes de la delegación local de la Asociación Española contra el Cáncer de Guijuelo. El alcalde de Campillo, Juan Carlos Tejedor, les ofreció todo el apoyo que ellas precisen para su labor y Julia Luengo, en nombre del grupo dio las gracias por el reconocimiento y señaló que la próxima marcha contra el cáncer que se celebrará por primera vez en Guijuelo en el mes de abril pasará por Campillo para contar de nuevo con su respaldo. El alcalde de Guijuelo, Roberto Martín, y el concejal Jaime Elena también les acompañaron junto a Almudena Curto y Ana Rodríguez, integrantes de la junta vecinal.

Posteriormente, la actividad se trasladó a la carpa donde ya estaba colgado el cerdo para chamuscarlo. No pudo hacerse a la usanza tradicional y tuvieron que utilizar un soplete con gas para quemarle los pelos. Mientras se despiezaba, el maestro de ceremonias de Diputación hablaba al público presente. Tampoco faltó este año la música tradicional, que corrió a cargo de Bustos el tamborilero. Tradiciones que se mantuvieron en una larga jornada de fiesta en la que no faltó la degustación de sabrosas viandas. Empezaron las águedas de Guijuelo con el reparto de dulces y aguardientes y siguieron los camareros con los embutidos y el jamón (había tres cortadores), no faltó el hígado guisado, las chichas, la jeta, el lomo, el cabecero o la longaniza, sin olvidar el arroz. Una completa jornada que desafió al frío y la nieve, que quisieron sumarse también a la fiesta junto a los cerca de 700 comensales presentes.

La jornada contó también con el sorteo de varios jamones, uno con el número del tiquet de la entrada y otro con las papeletas que vendieron las mujeres de la asociación El Canalizo. Hubo también la apuesta por adivinar el precio del marrano, que costaba un euro. Al final, el afortunado fue Juli Ramos, que consiguió los 172 euros aportados por los participantes en la porra gracias a los 155,800 kilos que pesó el animal.

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