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La iglesia de Bóveda del Río Almar cuenta con uno de sus recursos más importantes recuperado y revalorizado gracias al trabajo llevado a cabo por la restauradora Alejandra del Barrio Luna y Alberto Martín. Ambos se han encargado de dar una nueva vida a la escultura en madera de Nuestra Señora de las Angustias, patrona de Bóveda del Río Almar.
La restauradora ha recuperado la policromía original y ha realizado un importante trabajo de reestructuración después de aplicar un tratamiento biocida. Para la recomposición de la talla ha contado con la ayuda de Alberto Martín.
Cuando se llevaron la talla a su taller en el mes de diciembre confiesa la restauradora que llegaron a temer por su desintegración debido al mal estado en que se encontraba. Por un lado la escultura tiene una separación muy grande y por otro, estaba afectada por cerámbidos y anóbidos, «unos insectos tienen unas larvas muy gruesas que hacen unos canales que dejan justo la película pictórica y la madera en un espesor de un milímetro», detalló ayer la restauradora en una charla ofrecida a los fieles que quisieron quedarse después de misa para conocer los detalles de la restauración.
Alejandra del Barrio se sirve de un documento de la primera documentación existente sobre las esculturas de la iglesia de Bóveda del Río Almar, del año 1610. «La escultura es anterior», indicó. Esta imagen y el Cristo restaurado en 2023, formaban parte de un retablo anterior ya inexistente. «Con el ataque tan fuerte que tiene esta escultura, seguramente el retablo estaría inservible», consideró la restauradora. Dicho retablo y la Virgen fueron fabricados por «un maestro de primera calidad de la Escuela Castellana», explicó.
«Para nosotros es nuestra Virgen pero para la historia del arte esta escultura es importante porque marca el renacimiento en Castilla. Es un periodo muy importante porque están trabajando escultores como Juan de Juni o Alonso Berruguete», informó. «La Virgen conserva la policromía original sin alteraciones», destacó la restauradora. Toda la talla está cubierta de una tela muy fina de lino, procedente del comercio que tenía Medina del Campo con Flandes y sobre la que se conserva la policromía de la talla.
«Esta zona era económicamente muy importante porque produce cereal. Medina del Campo y Peñaranda de Bracamonte eran el corazón de Castilla a donde venían estos artistas y trabajaban para los pueblos económicamente pujantes», contextualizó.
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