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Béjar

Miércoles, 12 de noviembre 2025, 18:21

Modo oscuro

Antonio Hernández es una persona muy conocida en Béjar por su amor por la montaña y el deporte y por su implicación con eventos de la ciudad a través de la frutería que regentaba hasta su jubilación.

Sin embargo, unos meses después de iniciar esa nueva etapa en su vida, sufrió un accidente cuando disfrutaba de una ruta en bicicleta. Fue un 29 de julio de 2023 cuando circulaba por el Camino de las Ollas, en Peñacaballera, y chocó con una rama que estaba a la altura de su cabeza. «Me di un golpe con la rama y quedé allí tendido. Estuve como mínimo una hora y media y me rescató una familia que iba a una piscina en una finca cercana. Menos mal que pasaron porque no era un sitio muy transitado. Si hubiera sido 20 metros más atrás la vegetación estaba más cerrada y la familia no hubiera pasado. Ese día quedé tetrapléjico», recuerda Antonio Hernández.

Recibió un fuerte golpe en la cabeza, como un fogonazo afirma, y quedó tendido con la bicicleta entre las piernas. «Recuerdo que podía mover un poquito el hombro izquierdo. El resto del cuerpo, nada», explica. En esos momentos se acordó de otro accidente que tuvo en el rocódromo de Candelario cuando recibió un golpe en la cabeza y se le quedaron las manos dormidas, pero recuperó la sensibilidad.

Sin embargo, ese fatídico 29 de julio no fue igual. Fue evacuado a la UVI en el complejo hospitalario de Salamanca y, después, al hospital nacional de parapléjicos de Toledo. «Por mi perfil como deportista y por cómo había sucedido el accidente, una doctora decidió trasladarme a Toledo», explica.

Después, volvió a su ciudad natal, para iniciar otra recuperación en Valladolid. «Tenía que ir dos veces a la semana a Salamanca y era complicado. No veía que fuera bueno para mi recuperación. Me hablaron de un plan novedoso y decidimos probar en Valladolid, donde me han dejado una vivienda y hago piscina, gimnasia con fisioterapeutas y terapia ocupacional», afirma. Evoluciona de su lesión en el centro Aspaym con sede en Valladolid y Ávila y una oficina en Salamanca.

Cuando tuvo el accidente no movía ninguna parte del cuerpo y, en la actualidad, puede dar unos pasitos y sale a andar con las muletas entre 45 minutos y una hora. «Es un adelanto grandísimo tal y como estaba. Recibió un golpe muy alto en las vértebras, pero al no ser completo me dijeron que podía tener una recuperación más rápida. De hecho, gracias a lo que me he esforzado y lo que he trabajado, he podido andar. A base de mucho esfuerzo, puedo caminar con muletas», reconoce.

A pesar de su lesión, su fuerza de voluntad no le impide disfrutar de las rutas de senderismo. Fue en el marco de la ruta del otoño cuando, gracias a una silla especial facilitada por Asprodes y acompañado por un equipo de voluntarios, disfrutó de su querido entorno bejarano y la montaña que tanto le gusta. Uno de esos voluntarios fue Álvaro García, policía local en Béjar. «Me apetecía ayudar a Antonio y llevarle por los sitios por los que le gustaba ir. Me llamó Alberto Ramírez, coordinador de deportes en el Ayuntamiento de Béjar, y no me lo pensé. Es una experiencia muy gratificante por el hecho de lo que significa para él la sierra. Además, nos iba contando anécdotas y lo queremos repetir el año que viene con una ruta inclusiva con más sillas y voluntarios, e incluso subirle a La Ceja, en la Sierra de Béjar», explica Álvaro García.

En cuanto al futuro, afirma que la recuperación es más difícil una vez superado el segundo año. Preguntado por cómo vive una persona tan deportista una situación así, afirma que lo afronta con resignación. «Hay que tirar para adelante. No hay más remedio. Es importante superarte día a día» afirma para añadir que saca fuerzas gracias a su preparación deportiva. «Ese sufrimiento adquirido cuando competía me ha servido mucho. También el apoyo de mi familia, amigos y mi mujer, María», concluye emocionado.

«A base de mucho esfuerzo, puedo andar con muletas»
«A base de mucho esfuerzo, puedo andar con muletas»
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