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Si bien es cierto que los vecinos lusos tienen su propio descuento para paliar los elevados precios de un bien que se ha convertido en un lujo, este sigue siendo insuficiente para combatir los precios del lado español de La Raya salmantina. Los portugueses pueden canjear su devolución de la renta por descuentos en carburantes y gas butano, por ejemplo, pero les sigue saliendo más económico desplazarse hasta la frontera, al menos a quienes viven cerca.
Las gasolineras en Portugal tienen 20 céntimos de diferencia en los carburantes, por encima de los ya elevados costes en las del territorio español. Lo mismo sucede con otros productos como el gas butano. De hecho, es muy frecuente ver, a diario, a vecinos lusos comprar garrafas de gasoil o bombonas.
Además de poder beneficiarse del descuento del Gobierno en España, las ventajas que su país les ofrece tienen ciertas exigencias de tipo burocrático: registrarse, pagar con tarjeta, y otras normas que no les invitan a utilizar estos cupones. Es por ello que a pesar de la subida de precios los portugueses encaran con optimismo la situación, dado que al otro lado los precios de la mayoría de bienes están disparados. Los salarios también son más bajos; de hecho, muchos trabajadores de Fuentes de Oñoro son portugueses.
Aunque el mayor flujo de viajeros en época estival se nota a partir de la segunda quincena de julio, Oliver García, empleado de una de las estaciones de servicio junto a la frontera, admite que se nota cierto descenso de clientela. “De momento es poco, pero lo notaremos sobre todo cuando llegue la temporada fuerte”, teme. Su compañero secundaba su visión de la situación, y es que, señalan, “lo normal sería que estuviera todo lleno”. Los vehículos acuden sin cesar a repostar, pero el negocio no está tan concurrido, y entre los dos pueden atenderlo perfectamente sin que se forme apenas cola. El motivo, asegura Oliver, es múltiple: “viaja menos gente por la subida de combustibles probablemente, pero también podría estar afectando la reciente apertura del último tramo de autovía; todo influye”, recuerda.
El hostelero Javier Domínguez, propietario de un bar-restaurante en una zona de gran afluencia, habla sin pelos en la lengua: “no me creo nada de lo que dicen en la televisión, cosas que la gente cree. La movilidad es muy reducida, de momento va a cuentagotas”.
Es su apreciación desde su negocio, al que, matiza, acuden siempre los parroquianos habituales. La pata que cojea en esta ocasión es la de los viajeros. “Esta es una zona de parada típica, de descanso, y no se nota gente”. Además, señala que la carretera está vacía respecto a veranos anteriores. Niega que la razón sea la apertura de la autovía, que ya no obliga a los pasajeros a cruzar la localidad. “Esto es por la subida de los carburantes; la situación económica deja bastante que desear; esperamos que mejore”.
Para algunos negocios la crisis de los carburantes no golpea con tanta fuerza. Es el caso de un supermercado al que acuden en tropel los vecinos lusos de la frontera para hacer grandes compras de manera regular. María del Carmen Ruiz, una de las empleadas españolas que trata con estos clientes a diario, asegura que no notan mucho cambio, al menos por ahora, y que a medida que avanza la mañana, el supermercado recibe más y más clientes a un ritmo muy bueno.
“Aquí todavía no estamos notando nada, más o menos es lo de siempre, igual que otros años por esta época”. María del Carmen observa que los clientes llegan atraídos por los descuentos, al igual que sucede en las estaciones de servicio, y preguntan con interés acerca de las ventajas de las cuales se pueden beneficiar.
Hace falta mucho aplomo para recorrer 150 kilómetros diarios en estos tiempos de elevados precios en los combustibles y mantener una amplia sonrisa en la cara. Carlos Manuel, de Portugal, no pierde la calma ni el buen humor mientras hace su repostaje en la gasolinera de siempre, en Fuentes de Oñoro, durante su camino de vuelta a su hogar, en Portugal, donde reside junto a su mujer.
Los kilómetros que hace debido al trabajo son más que suficientes. “No vamos a ir de vacaciones; está muy caro el combustible, y como siga subiendo...”, apunta. Sus hábitos también han cambiado. Este viajero por obligación dice que ahora echa menos cantidad de gasolina, y paga más que antes. No obstante, encuentra en el lado español de la frontera un oasis con descuentos.
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