Secciones
Destacamos
Martes, 6 de octubre 2020, 10:56
Los regidores más veteranos y más jóvenes de la provincia cuentan cómo están afrontando desde sus ayuntamientos la peor crisis sanitaria y económica que se recuerda
“Es lo más triste y lamentable que he vivido nunca”, asegura Arturo de Inés con la experiencia que ... le dan sus 88 años de vida, 41 de ellos al frente del Ayuntamiento de Villaseco de los Reyes. “Llevo a mi pueblo en la sangre y ver a toda la gente atemorizada en casa, guardados y sin poder salir... ha sido muy duro”, reconoce el regidor más veterano de la provincia.
Con voz firme, recuerda cómo fueron aquellos meses de confinamiento, especialmente duros en su casa, donde además tuvo que atender solo a su mujer. “Estaba impedida por un problema en la espalda y no podía moverse, así que tenía que estar pendiente del Ayuntamiento, de mis vecinos y también de ella”. Y es que por temor a que el virus pudiera llegar a Villaseco —donde de momento no se ha registrado ningún caso— el veterano alcalde hasta prohibió a sus hijas que pisaran el pueblo. “Las dos viven en Salamanca y hemos estado tres meses sin verlas, pero la capital estaba muy mal y por eso no quería que vinieran al pueblo. Por nosotros y también por el resto de mis vecinos”.
Cuenta que en aquellos meses de locura una de sus preocupaciones fue la de estar siempre pendiente de todas las notificaciones oficiales que llegaban al Ayuntamiento para saber cómo actuar luego en el pueblo. “La secretaria revisaba los correos electrónicos que nos iban llegando con las medidas que debíamos tomar y luego íbamos sacando los bandos. También hablábamos mucho entre los vecinos a través de whastapps y por teléfono con los mayores ”.
“Tenemos que estar todos juntos si queremos vencer esto”, insiste el regidor, para quien la clave para salir de esta situación está precisamente en seguir unidos. “Sin duda es el problema más grave que hemos vivido porque de una crisis económica se acaba saliendo, pero si te falla la salud... Al final es lo único que importa”.
Arturo siente que las cosas se han hecho bien en su pueblo y habla con orgullo de sus vecinos. “Estábamos todos atemorizados por las noticias que veíamos por televisión a todas horas, pero la gente ha sabido comportarse sin salir de sus casas, primero, y ahora con las mascarillas y manteniendo la distancia de seguridad”.
Aunque se jubiló con 75 años —era contratista de obras— asegura que el cariño que siente por Villaseco le hace seguir al pie del cañón. “Me dicen que no es fácil ver naturalezas como la mía, pero la verdad es que me encuentro muy bien”. Tampoco le ha faltado en todos estos años ilusión para seguir trabajando en beneficio de su pueblo y también para estar al frente de la comunidad Cabeza de Horno, integrada por 107 localidades, de la que es presidente hace más de 20 años. “Seguiré luchando por mi pueblo hasta que Dios me de salud”, insiste.
Lleva 41 años al frente del Ayuntamiento del Sanchón de la Sagrada y, aunque en su pueblo la pandemia ha pasado de largo, asegura que no baja la guardia.
Antonio Manuel Martín es junto Arturo de Inés el regidor que más años lleva presidiendo un consistorio en la provincia, “a los que hay que sumarles otros seis más que estuve como teniente de alcalde”, recuerda. Pero ni su edad (los 80 pasados) ni su larga experiencia como servidor público le habían preparado para afrontar algo como esto. “Hemos tenido suerte porque en Sanchón de momento estamos como si no existiera el virus y la gente, aunque con cuidado, está actuando con normalidad”, asegura en referencia a los 39 vecinos censados que tiene el pueblo.
“Aquí todos nos hemos comportado, incluso los más jóvenes han hecho caso, y eso que este verano ha venido gente de Madrid, Bilbao...”, explica en referencia a los problemas que en estos últimos meses han tenido otras localidades con la llegada de los “forasteros”.
Antonio reconoce que tantos años al frente del ayuntamiento hace que ya lleve los asuntos municipales “como si fueran los de mi propia casa”, aunque ese conocimiento profundo sobre el día a día del consistorio no evita que ponga mucho cuidado con cada papel y notificación que llega, especialmente en una época tan complicada como la actual. “Me preocupa que todo el mundo esté bien, que no haya reuniones de mucha gente, aunque de momento todos los vecinos estamos perfectos porque aquí se vive muy bien”, insiste y aprovecha para enumerar con orgullo todos los servicios con los que cuenta Sanchón de la Sagrada: “Hace siete años que tenemos luces led, también puse wifi, hemos ampliado el consultorio médico... incluso tenemos papeleras desde hace 25 años cuando en ningún otro pueblo las había. ¡Si es que lo tenemos todo!”.
Aunque cruza los dedos para que la tranquilidad siga reinando en su pueblo, el veterano alcalde seguirá pendiente de que las normas se sigan cumpliendo como hasta ahora. “Esperemos seguir así... sin notar que hay un virus”.
A Silvia Morote le ha tocado en estos meses de pandemia compaginar su labor al frente del Consistorio de San Miguel de Valero, con su trabajo en una residencia de Linares, y también con su papel de madre de dos niñas en edad escolar. “Lo que peor he llevado de todo fue lo del cole en casa”, reconoce entre risas cuando recuerda aquellos meses de confinamiento.
“La verdad es que ha sido todo una locura”, resume Silvia quien, a pesar de su juventud (31 años) y de su poca experiencia como alcaldesa (es su primera legislatura), ha sabido tomar las riendas del Ayuntamiento durante la peor crisis sanitaria y económica que se recuerda.
“La gente, en general, se está comportando... aunque siempre hay de todo”, reconoce la regidora, quien desde el primer día ha tratado de estar siempre al servicio de sus vecinos. “Durante los meses de confinamiento tanto el alguacil como yo dimos nuestros números personales a los mayores por si necesitaban que les lleváramos medicinas o comida. De hecho, a mi me han llegado a encargar hasta chorizos”, recuerda.
“Desde luego está siendo el mejor año de mi vida”, bromea cuando echa la vista atrás y se vuelve a ver recorriendo las casas de sus vecinos para llevarles geles y mascarillas. “Actuamos rápido pidiéndolas a China y eso hizo que tuviéramos mascarillas cuando no había en ningún otro sitio. Hicimos un primer pack y semanas después volvimos a entregar un segundo lote, aunque esta vez con las que hizo Fely Campo”.
Reconoce que ha pasado miedo ante la llegada de un virus del que no se sabía nada y eso que en su pueblo la situación, hasta ahora, no ha sido tan grave como en localidades vecinas. “Tuvimos algún caso al principio, pero hemos logrado pasar un verano más o menos tranquilo. Incluso abrimos la piscina, donde hemos tenido a una chica de Protección Civil controlando que todo fuera correcto”.
Cuenta también que ella misma se ha encargado a veces de controlar que las normas se cumplieran, aunque eso implicara recorrer cada calle del pueblo. “Alguna tarde me cogía al perro y salía a dar vueltas porque me decían que había gente que no lo estaba haciendo bien. Directamente iba a trincarles”, asegura.
Sin embargo, aunque el verano ha sido tranquilo en San Miguel, asegura que lo que ha ocurrido en Sotoserrano le ha hecho cortar por lo sano y suspender cualquier tipo de actividad en el pueblo, incluidas las fiestas patronales. “Viendo lo que ha pasado decididimos suspenderlo todo porque teníamos miedo a que nos pudiera pasar lo mismo”, reconoce.
Tampoco ha sido fácil su trabajo en una residencia de Linares, aunque en su centro la pandemia pudo controlarse. “La verdad es que ha sido todo muy estresante. Trabajar con los EPI, tener a toda la gente aislada en sus habitaciones... pero dentro de lo que cabe hemos estado bien”.
Tras aquellos primeros meses de locura el temor de la alcaldesa de San Miguel de Valero está ahora en qué pasará con esta segunda ola. “Hay que seguir siendo responsables y tener cabeza”, insiste a sus vecinos.
El año 2020 quedará en el recuerdo de Juan José Serrano, alcalde de Fuenterroble de Salvatierra, como en el de todos los ciudadanos, por ser el de la pandemia del coronavirus que azotó el mundo y España con especial virulencia. Sin embargo, en lo personal, habrá otro recuerdo más fuerte ya que hace apenas diez días ha sido padre de su segundo hijo y ese recuerdo positivo y familiar pesa más.
Tiene experiencia como alcalde, cargo al que accedió en 2015, con lo que la gestión de un ayuntamiento es más fácil en estos momentos que para otros que apenas llevaban ocho meses en el cuando llegó toda la pandemia. Pese a ello, no ha faltado cierto “frenesí” para intentar adaptarse a una situación nueva que, pese a esa experiencia, llegaba de improviso para todos: “Hemos intentado adaptarnos a la situación. Te viene de nuevas y quieres adaptarte lo antes posible para ayudar a los vecinos. Un poco de frenesí para hacerlo todo rápido, aunque creo que lo hemos hecho todo bien, tanto en el Ayuntamiento como en la Mancomunidad de Entresierras, donde también se plantearon medidas como desinfectar, mascarillas... Lo hemos intentado hacer lo mejor y más rápido posible para frenar un poco esto”. También quiere destacar el comportamiento de los vecinos del pueblo “porque respetaron las normas bastante bien” y, también, el papel que ejercieron los propietarios de segundas residencias en el pueblo, “que respetaron mucho lo de venir. Por ello, estamos muy contentos con la gente de fuera y con los del pueblo”.
El tema personal sí ha sido algo distinto pese a reconocer que no ha tenido miedo por la situación: “No he tenido mucho problema con el virus”, explica, aunque, a renglón seguido, apunta que “con mi mujer embarazada y un niño de dos años hemos tenido que tener aún más cuidado y precaución”.
Cree que la situación se ha vivido relativamente bien en los pueblos como el suyo, que sólo tuvo una pequeña incidencia por un supuesto positivo de un visitante que al final resultó negativo. Una falsa alarma que dejó más tranquilos a todos y, sin perder de vista el virus, permitió a vecinos y autoridades de Fuenterroble pensar en otras iniciativas.
Como ha señalado, la localidad cuenta con un importante censo de niños y jóvenes “que es la envidia de muchos sitios” y hay que velar por ellos. Por eso se ha impulsado la construcción de la escuela infantil o instaurado un cheque bebé que otorga 1.900 euros en tres años a las familias con niños que nacen y se empadronan en el pueblo. Pero no se olvida el alcalde de los mayores al señalar que “este año no se podrá hacer la comida que les dedicamos, pero tendremos un detalle con ellos”.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.