Una vez más, el pueblo de Cantaracillo reafirmó su profunda devoción a San Roque. Ni el intenso calor logró apagar la fe ardiente que sus habitantes sienten por el Santo. Entre música, risas y un ambiente cargado de alegría y espiritualidad, los vecinos revivieron unas fiestas que esperan con ilusión durante todo el año.
Mientras algunos danzaban con entusiasmo, otros recuperaban energías bajo la sombra de los aleros, hidratándose y abanicándose para luego volver a la pista y seguir mostrando su talento al ritmo de la jota. Una melodía que no solo deleitó a los lugareños, sino también a los visitantes que se sumaron a la celebración.
Durante la procesión, se pudo apreciar la presencia del párroco y de varios miembros del Ayuntamiento de Cantaracillo, acompañando con respeto y solemnidad este acto tan significativo para la comunidad.
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