Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hay dos tipos de personas, los que saltan de la cama cuando escuchan el despertador o bueno, más bien la alarma del móvil, y las personas normales, que usamos eso de “posponer” un par de veces antes de asumir que tenemos que levantarnos. Y ahí es cuando pides a Siri que te deje dormir un poco más. Lo que hace años pedías a tu madre con “cinco minutitos más”, ahora lo negocias con la maquinita. Y Siri te da nueve minutos más, que nunca he entendido por qué nueve y no diez, aunque nueve es mejor que cinco.

El caso es que hay muchos días que en esos nueve minutos me da tiempo a soñar, aprovecho ocho porque uno es lo que tardo en volver a los brazos de Morfeo. Por eso tengo sueños, de ocho minutos, pero sueños.

Lo bueno de los sueños de ocho minutos es que hay que estar muy centrado, no se puede uno ir por las ramas, no puedes decir aquello de “I had a dream”, porque no te da tiempo. Sueños cortitos y al pie, simples, sencillos, pequeños, pero siempre he sido un gran fan de las cosas pequeñas.

He soñado que el turismo en Salamanca seguirá en aumento y pondrá nuestra ciudad en el nivel que se merece, y se mantendrá el magnífico trabajo de Julio López Revuelta. También he soñado que algún día volverá a trabajar por y para nosotros, los salmantinos (vuelve a casa vuelve).

He soñado que Falconeti (Pedro Sánchez) no venderá a España para seguir en su “trono” a los separatistas. He soñado que Puchi (Puigdemont para los no iniciados) responde ante la justicia española por sus tropelías previo paso por Topas, que como es la cárcel que tengo más cerca, y es mi sueño, lo he visto ahí.

He soñado con una Salamanca unida en torno a un solo equipo de fútbol (soñar es gratis), que tuviera una dimensión suficiente para volver a llegar a Primera División (sé que tiene otro nombre comercial, pero a mí no me pagan por mencionarlo) con las aficiones de los equipos llenando la ciudad, de esos seguidores buenos que traen sidra o botas de vino, y se llevan jamones y chorizos.

Y así me paso mis ocho minutos, soñando. Lástima que de momento sólo sean sueños, pero al menos debo reconocer que me levanto de muy buen humor. Dulces sueños a todos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios