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No son pocos los pueblos de nuestra provincia dónde hoy se celebra la fiesta de los quintos, a pesar de que ya no escuchemos aquello de “quinto levanta tira de la manta, quinto levanta tira del colchón”. Por cierto, si usted ha leído esto último canturreándolo en su interior es que ya tiene cierta edad. Lo cual no es malo, simplemente tiene experiencia de vida y probablemente una madurez que ya quisieran muchos.

Es de agradecer que la tradicional fiesta se mantenga, lo cual indica que aún quedan jóvenes en nuestros pueblos. Jóvenes a los que les gustaría, y a los mayores también, poder desarrollar sus capacidades en ese entorno rural y de pueblo que han vivido desde la infancia. Sin duda alguna, esto es casi misión imposible dadas las circunstancias que concurren a día de hoy en nuestra España rural y en la no rural.

Son malos tiempos y no sólo para la lírica, como cantaría Celtas Cortos, son tiempos de crisis dicen unos, de incertidumbre dicen otros, el fin de una época y no sé cuántas cosas más. Sin embargo yo me pregunto ¿por qué no son tiempos de oportunidad, de esperanza o de mejorar? ¿por qué no son tiempos de reinventarnos desde lo más auténtico de nosotros mismos buscando el bien común?

Sí, hoy es la fiesta de los quintos pero también es el día del trabajador, para muchos también el día de San José Obrero, aunque hoy más bien tendríamos que hablar de San José en el paro. A lo mejor esto del trabajo y el paro también tiene que ver con la realidad triste y dura, aunque muchos no lo quieran ver, de nuestro mundo rural. A lo mejor es verdad, y no me cabe la menor duda, aunque a muchos tampoco les guste, el lema: “un trabajo decente tiene que ser un trabajo saludable”. Triste es que tengamos que andar con estas reivindicaciones a estas alturas de la película, en pleno siglo XXI. Sin duda alguna hay que hacer examen de conciencia, si es que tenemos alguna, y removernos ante datos tan tristes y lamentables como que en el 2022, según el Ministerio de Trabajo y Economía Social, se produjeron en España 1.196.425 accidentes laborales, de los cuales 826 fueron mortales. Tenemos que removernos y cuestionarnos qué tipo de trabajo se fomenta y qué perfil de parados también. Tenemos que preguntar y preguntarnos hacia dónde estamos enfocando el presente y el futuro de nuestra sociedad.

Ayer fue, lo que en la Iglesia se celebra como el día del Buen Pastor, no tengo claro si nuestros pastores políticos buscan el bien del rebaño o convertir al mismo en una panda de borregos y adocenados, carentes de espíritu crítico, a los que poder dirigir y teledirigir para que les mantengan en su estatus de poder. Me gustaría creer que no es así y que apuestan por un trabajo digno para todos, que dé frutos provechosos para el común de los mortales. No podemos echar en el olvido ni dejar caer en saco roto las reivindicaciones de aquellos que dejaron alma, vida y corazón por mejorar las condiciones laborales. Quizá, como el quinto, alguien tiene que tirar de la manta.

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