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El inventor de esto, un tal Larra, escribió que estaría con sus lectores “siempre que un abuso, siempre que una ridiculez se atraviese delante de mis ojos, siempre que la injusticia me hiera, que me ofenda la maldad, que me desconcierte la intriga y que el vicio me horrorice”. No es mal propósito para cualquier columnista novato, y por eso hace hoy veinticinco años que debuté en LA GACETA, con el unamuniano título de “Los hunos y los hotros”. Afirmé entonces: “Siempre habrá una pluma que, por salmantinismo, se comprometa en la agria tarea de denunciar las conductas públicas merecedoras de reproche”. Por seguir con nuestro don Miguel, asumí su conseja: “Haz de tu pluma plumero;/ haz de tu estilo estilete;/ limpia el polvo con acero/ y con acero arremete”. ¿He cumplido? Lo he intentado.

El columnista, para redactar esta sabatina, tiene que elegir entre la actualidad y sus bodas de plata. La cuestión es que hoy podemos decir “sin novedad en el frente”, o sea, más contagios y muertes, paro brutal, deuda pública récord, ruinas... y, lo que es peor, más sanchismo. Porque el problema de España no es la pandemia, se llama Pedro Sánchez. ¿Cuándo habrá un grupo de periodistas valientes, como el que publicó antaño “Contra el poder”, colaborando en la caída de Felipe González y el fin de sus desmanes?

A situaciones menos comprometidas, aquel “chulo de la gramática, rufián del lenguaje, cabrón a listas del periodismo”, que fue Paco Umbral -según Campmany-, las calificaba en dos palabras: “Estamos jodos”. Ayer precisamente titulaba Carlos Herrera su columna de ABC, “La jodienda”. Sostiene que en vez de aplicar sus esfuerzos a salvar vidas y empleos, Sánchez “se ha dedicado a atacar la Constitución, amamantar tardocomunistas en el Gobierno, a rondar a golpistas y filoterroristas y, por fin, a romper la concordia de los españoles con húmedos sueños gerracivilistas que no dan de comer a nadie” (Aplaudan, porfa). Fue certera aquella puntualización académica de Camilo J. Cela en el Senado (no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo): Estamos jodidos, no jodiendo.

Como fui constituyente en la transición -ay, “libertad sin ira”-, en nuestra mejor empresa como pueblo, y aquella etapa fue apasionante pero dura, me pongo estupendo. Que intenten cambiarnos concordia por discordia, con leyes como las de Memoria hemipléjica, me entristece (como le sucedió al maestro “El Viti” cuando prohibieron las corridas en Cataluña: “es como si me robaran parte de mi vida”). Y me irrita, por lo que ahí he sido y seré beligerante. ¿En exceso? Unos me dicen que no sea tan cañero, y otros que dé más caña. Empate.

Como LA GACETA viene informando con toda amplitud y objetividad sobre el día a día, me escapo a mi aniversario. Los lectores sabrán si he cumplido. Me parece que en ocasiones acerté y puse el dedo en la llaga, arreando estopa a diestra y siniestra, cosechando deudos. Pero otras veces me pasé, por lo que aprovecho para excusarme, aunque tardía, públicamente. Sin embargo no me arrepiento de haber colaborado a echar de la política, incluso de Salamanca, a personajillos que irrumpían con tanta fuerza como audacia e ignorancia. Dicen que tengo varias muescas en mi pluma-revólver-, pero también reconozco un fracaso notorio (no haber logrado sacar de nuestro distrito electoral, con viento fresco, a un conocido parásito, a pesar de los arreones que le he administrado).

Durante estos años, he construido un modesto templo con mis columnas -más de dos mil-, entre las que a veces sonó la flauta; otras pecaron de vulgares; algunas fueron -como las fincas-, manifiestamente mejorables; una de ellas -verdaderamente contrito-, la haría desaparecer de la hemeroteca. A veces me para un amable y desconocido lector que confiesa me sigue y algunos herederos me dicen que han encontrado un recorte amarillento entre los documentos del fallecido. Al fin papel para limpiar cristales, que quizás ayudaron a contemplar mas nítidamente el panorama. Eso sí, escritas en total libertad, la que generosamente otorga GRUPOSA a sus colaboradores. Mi gratitud por ello.

¿Hace falta decir que deseo continuar, para cabreo de “hunos” y preocupación de “hotros”? Aunque solo sea para entretener, meter el bisturí en el acontecer nacional o provinciano, y ¿por qué no?, putear a mis enemigos, que desgraciadamente son de escasa enjundia. En fin, aviso que no recibo encargos. Opinaré a salto de mata, a tenazón, cuando aparezca el tema que me cautive. Gracias a mis fieles lectores. Y hasta siempre.

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