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¡Qué quiere que le diga, amigo lector! Esta Nochebuena se me hace rara. Quizás más que la del año pasado, que ya es decir, aunque haya muchas menos restricciones que hace doce meses. En 2020 veníamos de un trimestre duro y estábamos más mentalizados, mientras que este año la nueva oleada nos ha pillado con el pie cambiado y ha hecho más mella en los ánimos, entre otras razones porque esto va ya para casi dos anualidades. La situación es como un tobogán. Valga como ejemplo e ilustración lo que me relataba el miércoles la propietaria de un restaurante de Madrid. “A finales de noviembre el panorama era de lo más optimista y se adelantaron mucho las reservas para las celebraciones de comidas y cenas anteriores a la Navidad; tuvimos que rechazar bastantes peticiones mientras planificábamos las compras necesarias; a partir de la semana de los puentes todo comenzó a cambiar, se dio la vuelta la tortilla y, con la misma velocidad e intensidad que se registró cuando aparecieron las reservas, llegaron las anulaciones y las cancelaciones. Estas estas dos últimas semanas los clientes han desaparecido como por hechizo”, contaba. Me parece un resumen muy claro de la situación que se registra.

Otra de las constantes a pie de calle estos días en Madrid, y supongo que en muchas otras ciudades, han sido las triples colas. Unas, ante los centros de vacunación, en unos casos para ponerse la dosis de refuerzo, y en otros, los niños, para recibir la primera; la segunda de las colas se han formado ante las farmacias para conseguir los test de antígenos y tener un cierta seguridad de cara a las reuniones familiares y cenas; y el tercer grupo ha sido ante las sedes de las empresas y laboratorios, que se dedican a hacer los citados test y las pruebas PCR. Si veía una cola en estos días, era por uno de estos tres motivos.

Y, mientras tanto, Pedro Sánchez ha seguido haciendo de las suyas, es decir, poniéndose de perfil hasta el último momento, cuando ha adoptado la decisión de hacer otra vez obligatorias las mascarillas en el exterior. Por otro lado, empresarios integrados en la CEOE (con algunas excepciones como las de las sectoriales de agricultores y automoción y las territoriales de Madrid y Cataluña), los dos sindicatos y el Gobierno han llegado a un acuerdo sobre la reforma de la reforma laboral que puso en marcha el PP; ahora toca que el Ejecutivo ratifique el documento y luego vendrá la tramitación parlamentaria, donde puede ocurrir cualquier cosa. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido el último organismo en cargarse el cuadro y las previsiones económicas del Ejecutivo y de su vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Y, en nuestra tierra, Mañueco redactó un tuit y decidió convocar elecciones para el día anterior al de los enamorados. Y, paro ahí, que es Nochebuena. Mis mejores deseos para estos días.

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