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HASTA finales de la segunda década del pasado siglo el espectáculo taurino era un tanto sangriento por la muerte o las heridas de gravedad que el morlaco infligía a los caballos de los picadores. Ya en 1917 empieza a preocupar la anomalía y el torero Enrique Vargas “Minuto”, idea un peto llamado “de libro”, por llevar pliegues, que se prueba en Alicante y Madrid el 19 de marzo y el 18 de setiembre, respectivamente.

Siendo ministro de la Gobernación Martínez Anido, durante la Dictadura de Primo de Rivera, por Real Orden nº 127 de 07/02/1928, se establece que los caballos han de ir provistos de peto a partir del 8 de abril en las plazas de primera categoría, que eran Barcelona, Bilbao, Madrid, San Sebastián, Sevilla, Valencia y Zaragoza y desde el 13 de junio en todas las plazas.

El 08/04/1928 se lidia en Madrid con los petos reglamentarios con carácter obligatorio y la primera corrida celebrada en Salamanca es la del 12/09/1928 con ganado de la Viuda de Concha y Sierra que lidian Gitanillo de Triana, Vicente Barrera y Armillita Chico.

El 10/06/1926 se acuerda abrir un “Concurso de petos para disminuir el riesgo de los caballos en las corridas de toros”, que finalizará el 31/01/1927 celebrándose corridas con petos de prueba, que los picadores motejan de “caparazones o “galápagos” y al tiempo se celebra un Concurso de ideas en la plaza de Tetuán de las Victorias madrileña, al que se presentan los guarnicioneros: Viuda de Bertoli, Manuel Nieto Bravo, Esteban Arteaga y los salmantinos Salvador Justel y Juan Andrés Yuste, que gana el Concurso, presentando peto de una sola pieza, con la parte exterior de paño fuerte, color gris y la interior de lonas de algodón, que terminan con guarnición de ribetes de cuero. Llevaba faldoncillos enguatados de una cuarta de largo, como protección de la bragada del caballo.

Se celebran pruebas de equitación y de petos para la suerte de varas admitiendo un peto de goma, desechado tras las pruebas, porque no cede al empuje del pitón. Hay otros a base de algodón de lona con parafina, uno de cuero flexible también forrado de guata y otro de cuero flexible que es el que siguió adelante. El que presenta Salvador Justel, establecido en Salamanca en 1913 en los Corrales de Monrroy, pasando luego a la calle de Toro 54, es aprobado en la prueba de equitación y fue el único que salió incólume de las acometidas del toro, sin morir el caballo, a pesar de la bravura, del empuje y del poder del astado. Esta prueba no fue aprobada por la Comisión quizá porque ofrecía mucha resistencia al estar compuesto por dos cuerpos de cuero, con acolchado interior, aunque su peso era insignificante y la colocación facilísima.

Vendió el peto rápidamente al ganadero Julián Escudero, de Cortos, que lo utilizó y lo prestó a otros ganaderos, logrando que no hubiera una sola baja entre los caballos que lo utilizaron.

Al no presentarse a un nuevo Concurso celebrado el 7 de marzo de 1929 para las pruebas de equitación y petos y el día 10 para las pruebas con toro y ser preguntado por ello aducía, diplomáticamente, que no se había enterado. Nos inclinamos a pensar que no lo hizo, escarmentado del poco aprecio que le demostraron en su anterior triunfo y que se puso de manifiesto en las bases, donde como condicionantes de los petos, habían de ajustarse a las características de los examinados y aprobados en el anterior concurso que eran: 2, de Esteban Arteaga; 3, de Viuda de Bertoli; 4, de Manuel Nieto Bravo y 5, de Esteban Arteaga. Ni rastro del que él presentara y que ganó las pruebas de equitación y tuvo excelente resultado con toro.

Para el peto que hubiera podido presentar estaba utilizando materiales más blandos, de menor dureza y más débil resistencia, pero tan consistentes y seguros como el cuero. Era un peto más elegante y sencillo, de cuidada estética.

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