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En España hay registrados casi 5.000 partidos, quizás para compensar que en cuarenta años no existió ninguno (el Movimiento Nacional no era precisamente un partido). Cuando se autorizaron tras la muerte de Franco, surgieron cientos y como se identifican por siglas (PP, PSOE...), alguien dijo que era una “sopa de letras”, como aquellas de pasta que las madres echaban al caldo - cómete la hache, Pepito -o como el pasatiempo de igual nombre inventado por Ocón de Oro, una cuadrícula rellena de letras para que los hartos de crucigramas, formaran palabras. Algunos añoraban al “Invicto”, que pensaba que España era ingobernable con tanto partido. Lo que sucede es que de cinco mil solo cuentan cinco, varios nacionalistas y algunas plataformitas (Por Ávila, Soria ¡YA!), que dicen defender su distrito, supuestamente abandonado por los que parten el bacalao.

En Salamanca, para las elecciones del 13f, se han inscrito catorce. Los tres únicos que a mi juicio lograrán escaños (Popular, Socialista y Vox) y otros once. El día 14 Luis Fuentes comprenderá que no haya incluido a ninguno de su candidatura Ciudadana, todos “mártires del Japón”. Entre las listas, alguna tan sopera de letras como la coalición PCAS+TC+RC, y de los grandes expresos europeos, que me recuerda lo que decía Esperabé de los grupúsculos: “Pero si eso no es un partido, ¡es una partida de compadres!”. También otro de actualidad como el PACMA, que persigue el maltrato animal. Han logrado que los ganaderos se oculten para capar los marranos y para apalear a sus vacas (uno conoce mentirosos que dicen madrugar para ordeñarlas, y ¡es para endiñarlas!).

Acertó mi dilecto Miguel Ángel G. Mochales cuando escribió ayer que “los dos principales partidos ya están poniendo toda la carne en el asador”. Sí, toda, ¿pero quién pone la buena y cuidada, y quién la maltratada y de mala calidad? Aunque son diferencias que el ministro Garzón no hacía antaño, porque incluyó solomillo en el menú de su propia boda. Curiosamente, el candidato socialista lleva por apellido el nombre de una prestigiosa raza vacuna de Cantabria, la tudanca, que da una sabrosa carne. De tal raza trató el mismísimo Cossío (con ilustre casona visitable en Tudanca pueblo), porque tras componer su monumental tratado sobre los toros bravos, no quiso dejar sin elogios a las vacas mansas que criaba su propia familia. Bautizaré a Luis Tudanca como “el repoblador”, porque promete acabar con la despoblación. Juan Vicente Herrera era soltero, no repobló. Bastante es que este socialista tenga dos hijas (justamente las mismas que tiene Mañueco). Aunque para repobladores, los abuelos de los Castaño (el concejal Fernando y el ex procurador David), que tuvieron 15 hijos. O mis abuelos paternos, con 19. Lo demás es retórica.

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