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Aviso, no voy a escribir de los pactos, ni de los de aquí (Castilla y León) ni de los de otras Comunidades o Ayuntamientos, aunque muchos de ellos están muy relacionados. Lo único que pido es que se cierren ya y cada uno comience a cumplir la tarea para la que ha sido elegido. Hoy busco un poco de disfrute, que para eso el verano está a la vuelta de la esquina. Y en lugares cercanos, sin salir de España, y en los placeres pequeños me voy a centrar. Doy por sentado que los salmantinos conocen bien su capital (desde la Plaza Mayor hasta las Catedrales pasando por Ieronimus o San Esteban, por ejemplo) y provincia (desde las Arribes, al meandro, la dehesa o el campo charro) y que cada uno tendrá su lista de lugares favoritos. Pero sin despreciar lo del extranjero y sin salir de España, hay un buen ramillete de lugares para disfrutar de unas jornadas de descanso y de actividades de todo tipo.

Hoy toca agua y dejo la tierra para otro día. Un amanecer o atardecer al borde del mar siempre tiene “su aquel” para los que somos de tierra adentro, por ejemplo; a elección de cada uno queda si el relajo es en la aridez del Cabo de Gata en Almería, en las calas de Menorca, una isla que bien merece una visita, o en la Costa de la Muerte gallega (ahí cada uno puede añadir sus sugerencias). Y, sin salir de Galicia, merece mucho la pena recorrer la Ribeira Sacra, con sus viñedos bajando en terrazas (un cierto parecido con zonas de Las Arribes), hacer el crucero por el Sil, contemplar durante el plácido paseo fluvial los monasterios y más tarde recorrer en coche y a pie esos monumentos y las bodegas que han proliferado allí en los últimos años. Sin salir de nuestra Comunidad, y a la vuelta de la esquina, como aquel que dice, está el Canal de Castilla, que también se puede pasear en barquito y contemplar las exclusas en la localidad palentina de Frómista, sin dejar de visitar la Iglesia de San Martín.

Dos pistas en Castilla La Mancha: por un lado, los pueblos cercanos a los pantanos de la cabecera del Tajo como Entrepeñas y Buendia, que en los últimos años están bajo mínimos; es tierra de miel y muy cerca de los campos de lavanda que en unas semanas se encontrarán en todo su esplendor. Y en Albacete, provincia que es una gran desconocida, no hay que perderse el nacimiento del río Mundo y ya aguas más abajo pueblos como Liétor, que se asoman a la hoz que forma su cauce. Maravillas tan cercanas y quizás por eso poco valoradas.

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