Borrar

Oñate: un pueblo para pasar de largo

Jueves, 1 de agosto 2019, 05:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A poco menos de 46 kilómetros de la orilla del mar Cantábrico, en un enclave paradisiaco entre montañas, se encuentra Oñate. En este pequeño municipio situado en el Alto Deva guipuzcoano viven 11.000 habitantes. En la localidad se puede disfrutar de productos únicos como su miel, el pan artesano, el txakoli o su exquisito chocolate. También podemos deleitarnos viajando al pasado con una visita a la cueva de Oñati-Arrikrutz, una de las más grandes de Gipuzkoa. O participar del folclore asistiendo a su colorido Corpus. Una lástima. A pesar de todos los atractivos que ofrece esa tierra les animo a que, si pasan cerca de Oñate o tienen intención de visitarlo, busquen otro destino o pasen de largo por la AP-1 sin levantar el pie del acelerador hasta llegar a territorio francés.

No soy de esos tipos que juzgan a toda una comunidad por un par de puñados de indeseables —eso es de necios supinos—. Siempre hay un justo en Sodoma y estoy completamente seguro de que en Oñate habrá gente muy válida y cabal, pero no puedo evitar rasgarme las vestiduras tras lo visto hace unos días en la televisión.

Ver a una horda de ignorantes abertzales celebrando la excarcelación de un indeseable del calibre de Xabier Ugarte con cánticos, vítores y bailes le revuelve el píloro al más pintado. Tacharlos de ignorantes es ser bastante benévolo pues un ignorante puede ser disculpado de aquello que desconoce, mientras que aquel que conoce su historia y la trabuca o hace por ignorarla en su propio beneficio, es un ser deleznable. En este malintencionado olvido rehuyen mencionar que son descendientes de hombres como Blas de Lezo, Churruca, Rafael Echagüe, Elcano, Unamuno o Cristóbal de Oñate entre muchos otros. Vascos todos y españoles ante todo. Precisamente Cristóbal de Oñate —conquistador homenajeado con plazas y calles al otro lado del charco— fue hijo de la misma pedanía que hoy rinde tributo a los asesinos.

Los asesinos, esa escoria humana que con sus colegas de calimochos confinaron durante 532 días a Ortega Lara en un zulo en el que no podía dar tres pasos sin toparse con una pared y al que abandonaron a la muerte, vuelven a campar a sus anchas con el pretexto de que han “pagado” su deuda con la sociedad. Para más inri el interfecto de Ugarte ha estado hospedado en nuestro hotel de cinco barrotes de Topas.

Nos orinan y dicen que llueve. A los de Bildu —sí, sí esos que comen de los impuestos de todos— les ha faltado tiempo para sacar la lengua a paseo diciendo que hay que darle “sentido de normalidad” a los homenajes de los etarras y que lo de Oñate son “actos de amigos y familiares”.

Que en su casa celebren lo que les salga del níscalo, pero que dejen de reírse de todos nosotros, con la complicidad de los ayuntamientos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios