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Hay muchos sitios donde meter la mano, y por eso acoto al que me refiero. No es - aunque se parezca -, tirarse al cajón del pan, que en mi pueblo dicen del que se casa con la más fea, pero también más rica. Ni es el escote femenino, como atribuyeron de broma al buen párroco de San Juan de Sahagún, don Santos, cuando dijo desde el púlpito el histórico “ahí es donde tenemos que meter mano el Señor Gobernador y yo”. Tampoco es lo que rezaba aquel viejo dicharacho estudiantil, referido a la manumisión (por la que se liberaba a los esclavos): “Viva el Derecho Romano, que al esclavo manumite, y a la esclava mete mano”. Acepciones todas muy de la cultura machista. No, la metida de mano a que hoy me refiero es la de Pablo Iglesias y sus monaguillos a la Caja B de Podemos. ¡Ah!, ¿pero es que los podemitas tienen Caja B? ¿Acaso la nutren con mordidas y comisiones, y tiran de ella para sobresueldos? ¿Pero coño, todo eso no era una corrupción de la casta, de la derechona...? Pablo, Pablito, Pablete, viborilla, ¿no eras tú el adalid de la honradez, la trasparencia, quien dio caña a mansalva a los partidos de la casta por tener contabilidades paralelas, financiarse ilegalmente...? También decías, pedazo sinvergüenza, combatir el cobro de comisiones y le has metido en el bolso a una tía carnal tuya muchos miles de euros, no solo por la compra de tu mansión, sino por operaciones de tu pútrido partido.

Casi siempre hay un denunciante de los manejos turbios. Con frecuencia es abogado, y suele ser una vendetta por despido. El Abogado del Estado salmantino Fernando Rodilla, cuando recibía a alguno en su despacho de Hacienda, le leía los artículos de la ley referidos a los delatores y su posible premio, pero decía siempre “el vil denunciante”, anteponiendo el denuesto de una sola sílaba, que pasaba desapercibido al villano de turno. Para destapar el primer asunto escandaloso de financiación de la democracia - ¡cómo no!, del PSOE -, bastó que un contable chileno despedido tirara de la manta y apareció la trama Filesa-Malesa-Time Sport, que había logrado acarrear ilícitamente al partido de Felipe González, nada menos que (en equivalencia actual) quince millones de euros. El Juez llegó a procesar a casi cuarenta “socialistos”. Pero ¡pobre Instructor! Fue el extremeño licenciado por Salamanca, y amigo, Marino Barbero, de izquierdas, sabio y honesto. El PSOE le hizo la vida imposible hasta que dejó el asunto.

La conocida trama del PP comenzó igualmente con una (vil) denuncia del letrado Jorge Trías, en revancha a su ostracismo en el partido, sirviéndose del diario El País, “amigo” eterno de los populares. Y la que acaba de descubrirse lo ha sido por denuncia minuciosa, documentada, del que fue letrado de Podemos, un tal Calvente, porque “no podía tolerar que se metiera la mano en la caja”. Fue no solo despedido del partido, sino manchado con la repugnante acusación – ya archivada por falsa -, de acoso sexual a la letrada de Pablo Iglesias, Marta Flor (y también de su amiguita marroquí Dina, la del teléfono secuestrado e inutilizado por la cloaca Iglesias).

¿Hay algún partido que no haya sucumbido a la tentación de financiarse al margen de la ley? Si lo hizo el propio Rey Juan Carlos I, y aquel súbdito que pidió “a mí que me pongan donde lo haiga” (cerca de la caja de caudales), comprenderán que uno se acuerde del refranero castellano, “quien más, quien menos, todos que callar tenemos”. Parece un trasunto del Evangelio de San Juan, cuando el populacho recoge cantos para lapidar a la mujer adúltera. Jesús les detiene con “el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”. ¡No quedó ni uno! El evangelista añade, “comenzando por los más viejos”. Por eso no metamos la mano en el fuego por nadie, que podemos abrasarnos. Le sucedió a Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León, personalmente honrado a carta cabal - como su sucesor -, pero puso la mano en el fuego por un alto cargo, ignorando que estaba pringado hasta las cejas... (Este malvado columnista le había dicho de todo, sin lograr que le cesaran. Murió).

Y es que no han faltado en Castilla y León asuntos turbios, y uno de ellos ha sido el de la llamada “trama eólica”. Ayer declaró en la Comisión Parlamentaria de investigación el presidente Mañueco, que defendió su honorabilidad, en la que personalmente creo. Pero añadió algo muy importante: la creación de una Agencia Antifraude, encargada de controlar los entes públicos de la Comunidad. Y ese es el camino, la trasparencia.

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