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Los magos de Oriente habrían tenido muchas dificultades para seguir la estrella de Belén si les tocara hacer ese periplo en el siglo XXI. Muchas veces pienso en el cielo estrellado de la Salamanca rural donde las luces terrenales permiten disfrutar de la vía láctea en su esplendor. Y tengo la sensación de que muchos ciudadanos no la han visto o hace años que no disfrutan de ese brillante espectáculo nocturno que nos hace recordar lo pequeños que somos ante la inmensidad del firmamento. Estoy convencido de que la iluminación en calles y plazas es absolutamente necesaria por múltiples razones que no voy a relatar, sin embargo a veces me pregunto por lo que supone la contaminación lumínica, las agencias medioambientales llaman la atención sobre este problema que causa estragos en la fauna y aún peor, nos afecta en la salud. Hoy que se van a encender las luces de Navidad, conviene recordar que a pesar de los esfuerzos que realizan los ayuntamientos para reducir el gasto no parece que sea suficiente. La luz LED reduce gasto pero en algunos casos contamina más. La elección debe ser cuidadosa y ahora que lo pienso, muchos ya lo están haciendo. Me ha parecido muy correcto el esfuerzo de ayuntamientos como el de Santa Marta que va a reducir el tiempo de exposición lumínica o el de Salamanca que ha esperado a este jueves para encender la iluminación navideña frente a otros que llevan ya una semana iluminando decoración navideña. Comprendo que la decoración e iluminación navideña nos cambia el ánimo y sumerge en un periodo ciertamente entrañable, entiendo que el comercio y la economía necesitan de esta ayuda en tiempos ciertamente complicados y me sumo a la fiesta. Sin embargo este cambio de actitud en Navidad, creo que debe salir de dentro, de cada uno de nosotros y si me ponen en el caso, prolongar esta actitud positiva durante todo el año. Así pues, sea bienvenida la iluminación navideña y añado la propuesta de disfrutar del firmamento estrellado donde la contaminación lumínica nos lo permita. Seguro que, por nuestra cabeza, pasarán muchas preguntas y una gran satisfacción al ver que el universo es inmenso, que debemos ser mejores en todos los aspectos de la vida y que el espíritu navideño nos puede acompañar el resto del año.

Insistiré en que no rechazo la iluminación navideña pensando en que quienes gestionan este servicio buscan las mejores soluciones para evitar gastos desmesurados. Las ciudades cambian su imagen a mejor, sin duda, pero si quería realizar esta pequeña reflexión en un tiempo ciertamente complicado en el que muchos ciudadanos no podrán encender luces o calefacciones por el gasto que esto supone. Y ya no hablo de precios en la cesta de la compra porque tendríamos que realizar otra reflexión más profunda.

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