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Lorzas

Miércoles, 15 de julio 2020, 05:00

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Nunca pude pensar que mi lorza podía ser de utilidad. Nacida y crecida tras el adiós al fumeque, no supe que se llamaba así por ... el Diccionario, sino porque una amiga la señaló, acusadora, cuando aún era incipiente: “¿Y esa lorza?”. O sea, que la palabra no se aplicaba solo a los pliegues en las prendas de vestir, sino también, coloquialmente, según la Academia, al “pliegue de gordura que se forma en alguna parte del cuerpo, especialmente en la cintura”. Lo cierto es que ese plisado, ese frunce que lucimos tantos batuecos en la panza, llega a ser un antiestético y molestizo faldón abdominal, que no se reduce ni a tiros y que incluso nos impide ver otras vergüenzas. Bueno, pues la grasa, la manteca que contiene, sus células mesenquinales, han servido -¡pásmense!-, para curar algunos enfermos de corona-virus. Mi admiración y aplauso para los doctores que la han empleado con éxito en Salamanca. Lourdes García, de Cirugía Plástica, que la extrae, y el principal investigador y responsable del tratamiento, Fermín Sánchez-Guijo, director del área de Terapia Celular.

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