¡Le ha tocado a África!

Hace cien años se cernían negros nubarrones sobre el Ejército español que se encontraba en el Rif, que hoy forma parte de Marruecos, muy cerca ... de Melilla, aunque los militares que estaban por allí no lo sabían. Fue lo que luego se ha conocido como el Desastre de Annual. Todavía recuerdo cuando era niño y se sorteaban “los quintos” que la frase más temida era la que da título a esta columna: “a fulanito le ha tocado a África”. Entonces, principios de los sesenta, ya no teníamos colonias en el norte de África, pero en el imaginario y en el recuerdo colectivo estaban instaladas todavía la guerra de Sidi Ifni, que tuvo lugar en 1957 y que fue muy breve, y, por supuesto, lo que había sucedido en 1921, tan solo cuarenta años antes de la fecha de mis recuerdos. Todas las circunstancias se aliaron para que aquello terminase de muy mala manera: un ejército mal preparado y muy mal equipado debido, entre otros factores, a la corrupción reinante en los suministros; una muy mala estrategia de los responsables militares sobre el terreno, con el general Fernández Silvestre a la cabeza, y de los responsables políticos de la organización del protectorado en Marruecos; un terreno hostil para los nuestros y claramente favorable para los rifeños, perfectos conocedores de la zona, que además contaban con un cabecilla de primer nivel, Abd el-Krim; el menosprecio por parte de los mandos españoles de las cualidades de este último y su gente y, por último, la ferocidad y el salvajismo de nuestros enemigos en aquel momento. Vamos, la tormenta perfecta, que terminó con miles de muertos en las sucesivas escaramuzas y batallas y con numerosos prisioneros ejecutados o a los que se dejó morir de hambre y de sed en circunstancias de lo más crueles e inhumanas.