La UE y “el sueldito” de Francisco Fonseca Morillo
Hola, soy Francisco Fonseca Morillo, director o jefe de la Representación de la Comisión Europea en Madrid. Mi salario base mensual es de 16.500 ... euros, o al menos ése es el que corresponde a mi categoría, y he venido hasta aquí para hablar de esa Europa que ustedes pagan y de la que yo cobro para que me digan qué se puede hacer para mejorarla. Estoy a su disposición”. Ya me gustaría a mí que el vallisoletano Francisco Fonseca hubiese comenzado así algunas de las intervenciones que ha protagonizado durante los últimos meses por la geografía española, en el marco de la campaña denominada “Habla de Europa en tu ciudad”, que le llevó hasta Arévalo, en Ávila, muy cerquita de nuestra Salamanca y de su Valladolid natal. Pero, por lo menos en esa ocasión, no fue así. Los sueldos, más que abundantes, de los funcionarios comunitarios son, en teoría, públicos, pero están enmascarados por tal cantidad de complementos, pluses y demás, que resulta dificilísimo en la práctica llegar a saber lo que gana cada uno de ellos. Además, se enfadan mucho cada vez que se aborda este asunto, así como otras prebendas que disfrutan los eurócratas, como el trato impositivo favorable y las pensiones que blindarán su futuro. Por ejemplo, el señor Fonseca, al que no tengo el gusto de conocer personalmente, y que es tan solo un ejemplo que he elegido en función de su proximidad, nacimiento y participación en esas jornadas, se debería jubilar el año que viene, aunque se está moviendo para continuar en su puesto a partir de agosto de 2020. Pues bien, llegado ese momento percibirá una “pensioncita” que podría multiplicar por cuatro a la más alta de las jubilaciones españolas, que asciende a unos 2.500 euros al mes. Así que echen ustedes cuentas.
Me confieso firmemente europeísta, pero eso no significa que considere que la UE es perfecta. Uno de sus grandes problemas es precisamente que hemos creado entre todos unos monstruos burocráticos, que están en manos de funcionarios como el señor Fonseca, que, además del poder, disfrutan de una serie de privilegios. Afortunadamente para ellos son desconocidos ante la mayoría de los europeos, porque podría arder Bruselas. Lo he podido vivir en primera persona desde 1984, cuando comencé a viajar a la capital comunitaria, dos años antes de que el señor Fonseca apareciese por allí convertido ya en eurofuncionario. Y, de eso, del secuestro de Europa por parte de estos cuerpos funcionariales hay que hablar también en esta campaña a las elecciones europeas. Que la transparencia que predican sea de verdad, porque estamos en sus manos. La UE es de todos y no solo de “los Fonseca Morillo” y lo escribo cuando se celebra El Día de Europa.
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