La España de Ansu Fati
Miércoles, 9 de septiembre 2020, 05:00
ANSU Fati es ese muchacho de ébano, con cara de angelito negro de Machín, sonrisa blanca, que nació hace diecisiete años en Guinea Bissau, y ... llegó con seis a Herrera (Sevilla), no en patera, sino con el resto de la familia y billete pagado por el alcalde de Marinaleda, del que su padre, Bori, era el conductor. El domingo esa perla negra deslumbró jugando con desparpajo con la selección nacional de fútbol -tiene regate, velocidad y una derecha goleadora-, batiendo todos los récords de precocidad. Algo bueno hizo el alcalde revolucionario Sánchez Gordillo, que lleva más de cuarenta años en el cargo -ni los mayores caciques franquistas-, eso sí, por rigurosa elección de sus vecinos.
Uno lleva leídas, vistas o vividas muchas Españas, desde Quevedo a Unamuno (“¡Dios no puede abandonar a España!”), la del palo y la vela, pasando por la de charanga y pandereta machadiana, la joseantoniana alegre y faldicorta, la sinfonía inacabada, la unidad de destino en lo universal franquista, las dos Españas, la del éxodo y el llanto de León Felipe, la reconciliada de la transición, la de regreso a la memoria histórica y la discordia, la que nos inquieta con el sanchismo... Por eso vuelvo a preguntarme siempre, apesadumbrado, con el Ortega de hace más de un siglo, “¡pero, Dios mío, ¿qué es España?!”, y aún no he obtenido una contestación certera y sosegada.
El lunes me lo recordó el Fiscal General en la apertura del año judicial. ¡Qué fácil!, si lo dice la Constitución (que lleva mi firma), España, “patria común e indivisible de todos los españoles”, entre los que está Ansu Fati, con su hermosa, ingenua sonrisa profident, de emigrante pobre acogido e integrado por la España de los brazos abiertos, de adolescente con un hoy luminoso, y un mañana sin horizonte. Pero luego pensé que lo fichó una entidad deportiva que dice ser “algo más que un club”, entregada a la causa nacionalista, en un lugar de España que de común nada y de divisible todo, incluida la fractura social y hasta familiar. Un pedazo entrañable de esta España nuestra que pasado mañana va a conmemorar masivamente una derrota -su Diada-, repitiendo que volverán a declararse independientes. Con la ayuda -caimada, inconfesable-, del traidor Judas Sánchez.
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