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QUE el PP urdió en Castilla y León una estrategia equivocada es una verdad innegable (el bipartidismo PP-PSOE ha caído al 61%), pero lo peor ha venido después.

En cualquier caso, como ha escrito el profesor Francesc de Carreras, la única lógica constitucional para adelantar unas elecciones como esas es que el Gobierno carezca de apoyos parlamentarios, y ése no era el caso. Pero Fernández Mañueco aceptó las órdenes de Casado y no se ha quedado solo en eso; inmediatamente después de conocer los resultados Casado le ha puesto la proa a Vox, lo cual también es incomprensible porque PP+Vox tienen un número de procuradores más que suficiente para gobernar con estabilidad. Solo falta que se pongan de acuerdo, para lo cual Vox (y también el PP) tendrá que renunciar a parte de su programa. De lo contrario, o Fernández Mañueco no sale elegido presidente y habrá nuevas elecciones o formará un gobierno débil y en manos del viento parlamentario que, como es sabido, suele ser cambiante y caprichoso.

En esta situación incomprensible, Sánchez ha ofrecido la abstención del PSOE si el PP rompe con Vox en toda España, lo cual, de realizarse, dejaría con el culo al aire a unos cuantos gobiernos regionales como el de Díaz Ayuso en Madrid o el de Moreno Bonilla en Andalucía... una apuesta por la inestabilidad verdaderamente detestable que conduce al desgobierno. En palabras de Francesc de Carreras.

Si un Mercedes Benz se detiene en la carretera por falta de gasolina, la culpa no es del automóvil sino del conductor que ha olvidado llenar el depósito. Eso es lo que sucede en España: la máquina es buena, aunque quizá necesita algún remiendo, pero su funcionamiento es defectuoso sobre todo porque los partidos —los conductores—no se atienen a las reglas que señala el manual sino que juegan con las instituciones y se las saltan cuando les conviene.

En tales condiciones, la desafección ciudadana crece y lo hace porque los dos líderes —Sánchez y Casado— son incapaces de ver más allá de sus narices. Es decir, de sus intereses inmediatos. En el caso de la dirección del PP, uno se pregunta: ¿a qué estúpido se le ha ocurrido investigar a la familia de Díaz Ayuso? ¿No tenían otra cosa mejor que hacer? Y que no nieguen semejante disparate fratricida porque Teodoro les entregó un dossier contra Ayuso a 22 periodistas, y no todos se van a callar.

¡Señores del PP, pacten en Castilla y León un gobierno con Vox y dejen ya la fiesta en paz! ¿O es que creen ustedes que en España hay una extrema derecha franquista? Pues no la hay.

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