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Gestores de lo electoral

Lunes, 17 de mayo 2021, 05:00

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Las encuestas de opinión son útiles en el conocimiento de la sociedad. Más allá de que puedan ser empleadas solamente para marketing, son fotografías de momentos precisos sobre el estado de la cuestión de una muestra de población representativa de la sociedad. Los barómetros en los que se incluyen preguntas sobre consumo, valores, actitudes o cuestiones de la vida cotidiana permiten a los políticos (en su papel de gestores de lo público) perseguir ese a veces ideal bienestar de la ciudadanía. Si bien los sondeos más conocidos son los electorales, por el tratamiento metodológico de los mismos, no tienen la certeza de las preguntas de opinión, convirtiéndose en medidores de popularidad de los y las candidatas, que, en ocasiones, lo que buscan es calar en los electores. Lo explico sucintamente para no aburrirles. Clásicamente, se definen dos efectos principales de las encuestas electorales: un efecto arrastre (bandwagon, cuya traducción sería “subirse al carro”) en el que el elector podría decantarse por el partido o candidato al que las encuestas dan la victoria por aquello de que somos entes gregarios; y un efecto underdog, que -con matices- vendría a ser el opuesto, esto es, el elector votaría por una fuerza política menos apoyada en el estudio de opinión bien por empatía o por un intento de diferenciarse de la mayoría.

Y aquí radica el quid de que la Junta de Castilla y León se haya gastado 51.183 euros en doce sondeos en lo que vamos de pandemia. En la noticia, publicada en un medio regional el pasado martes, se recoge además que, a esa fecha, la Junta solo había hecho públicos los resultados de cuatro. ¿Qué estaban escondiendo? En todas las encuestas se preguntaba a los encuestados sobre el grado de confianza por la crisis de la covid-19 y por su confianza tanto en la gestión del Gobierno como en la de la Junta. Además, se incluían una serie de cuestiones referidas a momentos concretos de la pandemia. En líneas generales los resultados le dicen al tándem Igea-Mañueco que ellos aprueban, pero Sánchez no. Sin embargo, no es todo oro lo que reduce. Los sondeos también mostraron la falta de comunicación de la Junta sobre las ayudas complementarias a los ERTEs, la división en el apoyo a la atención médica telefónica, el rechazo masivo al toque de queda adelantado y que más del 70% no tenía problema en vacunarse con AstraZeneca cuando decidieron suspenderla. Igual ese aprobado tiene matices.

Entiéndanme, lo llamativo no es que se hagan encuestas. Preguntar por cómo está la gente e identificar sus necesidades, aún más en tiempos tan convulsos, idealmente es una buena herramienta para que el gobierno autonómico acerque y acierte con las políticas públicas a aplicar. Y más en cuestiones de salud pública en la que todas y todos nos vemos inmersos. No obstante, lo que no está del todo claro es por qué en estos barómetros se instaba a los encuestados a responder por recuerdo de voto. ¿Influye algo que seas votante de Podemos o del PP en cómo estás viviendo la pandemia? Es más que condenable que en medio de una situación así los máximos responsables estén más preocupados por los posibles resultados electorales que por implementar políticas eficaces. Y, es más, tenemos que considerar que las instituciones no están para medir el éxito electoral de los partidos políticos. Para eso ya tenemos institutos especializados.

Y ahora, no sabemos si por estos sondeos o por el triunfo de Ayuso, tanto el PP de Castilla y León como los que quedan de Ciudadanos en nuestra autonomía se quieren subir a ese carro del despotismo y las mentiras. Y ya de paso al de los ciudadanos que cierran los ojos ante los múltiples (pero muchos, muchos) casos de corrupción que el Partido Popular tiene abiertos a lo ancho y largo del Reino de España. Pero señores, volvemos a lo de siempre, que somos muy duritos de mollera: no somos Madrid. Y aquí, en un territorio donde la única urbe al uso es Valladolid, las necesidades de libertad son otras diferentes a las que promulga Ayuso. Lo mismo que ocurre con ese partido de ultraderecha, incluido su diputado por nuestra provincia, que, aunque pretendan defender el mundo rural, no conocen absolutamente nada sobre éste. Solo palabras vacías. Igea, Mañueco, menos estrategia y más compromiso. Que ese gobierno, el gobierno más comunista de la historia de la humanidad (pero que legisla con políticas neoliberales), no es el único culpable de todos nuestros males. No abandonemos más nuestras tierras por fanatismos sin sentido.

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