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El “gambito de dama” es una apertura de ajedrez. Un gambito en este juego es el ofrecimiento de material a cambio de ventaja en el desarrollo del juego. Este movimiento se caracteriza por ofrecer el peón al adversario. Sin embargo, estrictamente hablando no es un gambito como tal, ya que las blancas pueden recuperar fácilmente la igualdad numérica de piezas, en caso de que las negras lo capturen. Por supuesto que la pieza blanca va mucho más allá, debido a que puede recuperar el peón posteriormente, al mismo tiempo que gana ventaja de desarrollo en sus piezas.

Este ojo que observa recupera la visión después de los últimos acontecimientos. Pero si algo le deja perplejo es la capacidad que tenemos los humanos de reconvertir nuestros actos, dar la vuelta a la tortilla y luego encontrar infinidad de explicaciones que hagan convencer a los demás de que en vez de decir “digo”, dije “Diego”.

Para quitar hierro al asunto, con este mismo título del artículo, existe una serie excelente en la que la protagonista, mirando al techo, es capaz de reproducir un tablero de ajedrez y llevar a cabo la infinidad de movimientos y posibilidades que pueden alzarla con el triunfo de una partida. A ustedes, lectores creativos e imaginativos, no tengo que decirles quién es la “dama” que en estos momentos ha de estar tremendamente ocupada en valorar todas las opciones que hay y va a provocar con una jugada tan arriesgada como la que se ha llevado a cabo esta semana. Pero como para nadie es fácil mover ficha, la “otra dama” con su jaque no crean que tiene la partida resuelta... porque como decimos en Castilla “hasta el rabo todo es toro” y veremos a ver en qué acaban todos estos movimientos que algunos de ellos están tomados más con el estómago que con la cabeza.

Tiempos complejos para todos los ámbitos y no olvidemos que a río revuelto, ganancia de pescadores. ¿Quién se beneficia de este movimiento?

A veces en el ajedrez, como en la vida, por supuesto, determinados espectadores son los más beneficiados de las jugadas arriesgadas que otros ponen encima de la mesa.

Lo que le hace a esta partida ser muy interesante es que el juego está entre Damas por primera vez y eso le infiere una sustancia especialmente atractiva. Tan sólo se me nubla el cielo cuando pienso en la gran expectación masculina que tiene la partida y en los Kaspárov de turno que están demasiado atentos a los movimientos de ambas. Si les soy sincera, no sé si para aplaudir o para cortarles la cabeza a la primera de cambio. Aún no estamos preparados para el juego duro entre mujeres. Los pesos pesados están en las trastiendas, observando y aprovechando cualquier traspié para hacer de la crítica o de la benevolencia mal entendida, un arma arrojadiza a este tablero que tiene España en plena pandemia.

¿Próximos movimientos?... expectación.

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