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Este pasado fin de semana, la Galería Urbana del Barrio del Oeste, ha estado celebrando con una nueva programación lo que de pronto ya constituye su XV aniversario.
A alguno tal vez pueda parecerle que quince años desarrollando una idea tan fresca, moderna, colorista y atractiva como la sensibilización y la concienciación del arte urbano en un barrio básicamente conformado por gente humilde y sencilla, no constituye nada del otro mundo. A nosotros, los que de alguna forma hemos visto crecer este estupendo proyecto que como otras muchas iniciativas de éxito nacidas en el seno de la Asociación Zoes, parecía tan modesto, y tan a pie de calle y hoy vemos convertido en toda una auténtica pinacoteca hermosa, sugestiva, cosmopolita e identitaria, no deja de parecernos una auténtica y extraordinaria hazaña digna de celebrar a diario. Sobre todo, teniendo además en cuenta que vivimos en una ciudad en la que ya resulta endémica y habitual la desidia y el desinterés artístico que flota en el ambiente y el vuelo corto y la provisionalidad de cualquier tipo de aventura cultural de cierto peso.
Aunque sea un simple detalle, era curioso comprobar estos días, cómo al mismo tiempo que se desmoronan, estropean y permanecen dejados de la mano de Dios, ciertos edificios de nuestro patrimonio histórico, que sin lugar a dudas constituye el reclamo más valioso de la ciudad, como a diario nos recuerda, la Asociación Ciudadanos para la Defensa del Patrimonio Salamanca, por contraste la Galería Urbana del Barrio del Oeste, y con el simple impulso del interés, el mimo y las ganas de seguir trabajando y haciendo cosas por mejorar el barrio, sin embargo, sea capaz de traer a Salamanca a uno de los mejores artista urbanos del mundo. Nos referimos a Sfhir (autor del que esta considerado como el mejor mural del pasado año). También que venza todas las dificultades que se le pongan por delante para colocar en la misma Plaza del Oeste una gigantesca grúa para que el artista trabaje en dos de las paredes dispuestas y sumar otra de las maravillosas pinturas a ese museo al aire libre que ya constituye el barrio: esa violinista de música celestial, que ya ustedes pueden disfrutar acercándose al barrio y que promete convertirse en una obra tan icónica como el Geppeto de Milu Correch en la confluencia de la Calle Asturias con Juan de Juni o «La Fuente Animada» de Joseba Muruzábal en la calle Valle Inclán. Bravo por ellos.
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