La madre de Koldo
Hay una manta de la que puede tirar con Ábalos, que lo sabe todo, y unas debilidades. Lo de menos son los ronquidos
Ya no importa que la Carlota «se enrolle que te cagas» o que la Ariatna esté «perfecta». Ni siquiera cómo sea «la colombiana nueva». A ... Soto del Real no llevan el catálogo de prostitutas o, al menos, no en la mochilita de Koldo. En prisión parece que están más los dos, Ábalos y Koldo, en ver si tiran o no de la manta, y en quién de los dos se anima antes. Que, de un tiempo a esta parte, se ve que con Pedro Sánchez ya no es igual, y ahora la cosa está en ver si se acabó el amor o estamos solo con dolor de cabeza. Y cuentan que en prisión se hacen grandes las debilidades.
Están las de Koldo. Antes, un gigante; ahora, un grandullón que resulta hasta entrañable por momentos. Antes huía de los medios de comunicación y ahora enseña la mochilita que se lleva a la cárcel, con las zapatillas de velcro y ropa de colores para facilitarle el trabajo al funcionario. Antes no hablaba de Pedro Sánchez, aunque saliera con él en tantas fotos. Ahora, en cambio, le acusa con naturalidad de hacer «pitufeo» en las primarias del PSOE con inmigrantes rumanos, marroquíes y sudamericanos. Y habla de Sabiniano, el suegro, y asegura que aportó 100.000 euros para financiar las primarias de 2017. Y todo esto, lo del cambio, viene, al parecer, porque Pedro Sánchez le ha roto el corazón, como a Ábalos. No le gustó que dijera en el Senado que su relación era «anecdótica». Eso sonaba a catálogo.
Ábalos, en cambio, es el de siempre, no es un caso Koldo, pero ahora parece un exministro asustado. Tanto, que dicen que Koldo le cuida y duerme con él en la celda de 10 metros, aunque ronque, para que no lo pase tan mal. Ábalos ya no es el de la ovación récord del Congreso de los Diputados de 96 segundos, aunque se intuye que sigue teniendo el mismo problema con la verdad que entonces. Ábalos es aquel al que nadie conoce o nadie desea haber conocido. Antes miraba con chulería a la bancada del PP y ahora lo hace con la del Gobierno. Y habla de Yolanda Díaz y de su vivienda oficial, y siembra dudas sobre quién la usó. Y habla de Begoña, la parte débil de Sánchez. Que Ábalos sabe mucho y empieza a tirar a dar.
La duda está en quién se animará antes con la manta, si será Koldo o Ábalos o si juntos, como en estos últimos días. Y aquí entran en juego las prisas de cada uno por salir.
Koldo, por ejemplo, no puede con lo de Aldama. No soporta que la Fiscalía Anticorrupción solicite al Supremo que sea condenado a 7 años, y para él, en cambio, pida 19 y medio. Tampoco entiende lo del Tito Berni, lo del año. Y se lo han explicado, que si colabora, como Aldama, está menos tiempo en prisión. Y a lo mejor se lo piensa.
Más que nada porque Koldo sufre por su madre, a la que pasea. Y sufre por su niña, de apenas 5 años. Y más porque pasar 19 años y medio por un amigo que dice que apenas te conoce, pues como que no. Era un Koldo fiel cuando Pedro Sánchez le alababa en su «Manual de resistencia» o cuando era para el presidente el último «aizkolari socialista».
Y luego está lo de Ábalos. Ocurre que en prisión hay vis a vis, pero cuando sea, y que no puede ver bien que desde el Gobierno le llamen «trastornado». Y si Ábalos se queda sin sueldo de diputado mientras esté en la cárcel, pues más tensión. Y con estas cosas, pues le da por hablar de la reunión de Sánchez con Otegi, o asegura que el presidente le «filtró» que la Fiscalía estaba investigando a Koldo, cuando la pieza era secreta.
Antes el futuro de Sánchez viajaba en un Peugeot y ahora depende de las «enseñanzas» de Soto del Real. Por si había dudas, Koldo ya le ha dejado claro al juez que todo el mundo tiene derecho a aprender. Está en ello. Y tiene prisa por abrazar a su madre. Se acelera el tic-tac.
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