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ARBOTANTE

Momento Warburg

Miércoles, 16 de julio 2025, 05:30

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Estoy preparando ya la maleta, haciendo compras de última hora. No me refiero a bañadores, cargadores, protector solar, ni a cualquier otro complemento vacacional impuesto por la cultura postmoderna, sino a los libros que espero leer a ratos, a la sombra del olivo del patio, en el pueblo. Concretamente, estoy a la caza de alguna buena biografía sobre los Warburg, esa familia de banqueros judíos alemanes cuyo enorme poder traspasaba las fronteras, durante el ascenso del nazismo, y no fueron capaces de librarse de lo que se les venía encima. No sólo estaban sentados en el Reichsbank, el banco central alemán de la época, sino que ocupaban asientos en los consejos de supervisión de empresas como Beiersdorf, Blohm & Voss y IG Farben. Eran ricos, bien conectados y altamente instruidos. Tenían en casa a un Premio Nobel que descubrió cómo las células cancerosas consumen glucosa de forma anormal, a un intelectual pionero en el estudio de las imágenes como formas de memoria cultural que desarrolló el concepto de Pathosformel, las formas de la emoción, y a políticos y diplomáticos infiltrados en todos los nidos de poder europeos. Y a pesar de todo ello, no vieron lo que tenían delante. No supieron leer. Cometieron el gran error de cálculo de considerar que, mientras tuviesen en sus manos el Reichsmark, la moneda del Reich, Hitler sería poco menos que una marioneta bailando al son que ellos tocasen. Tardaron demasiado en comprender las dimensiones de la catástrofe que terminó con su forma de vida. Deseo entender qué los cegó hasta tal punto. Su ablepsia me fascina.

En el fondo, me pregunto por qué los poderosos de este momento Warburg tampoco ven más allá de sus narices, por qué les falta lucidez para traducir desde los acontecimientos que la creciente falta de respeto por la ley, por parte de las propias instituciones, que la retuercen y la vapulean a su antojo, nos llevará al caos. Todos los canarios que se han asomado últimamente a la mina de los titulares de actualidad están tiesos. Un poder autoritario, que desprecia profundamente la letra y el espíritu de nuestra Constitución, emerge camuflado bajo una capa de pseudolegitimidad democrática. Y el fenómeno no es exclusivo de España. Son unos cuantos los líderes aparentemente democráticos que hablan de la ley como de una imposición externa que se tolera en aras de la corrección pública, pero que no se toma realmente en serio en situación de amenaza.

En 1879, Aby, el mayor de los cinco hermanos Wargurg y heredero por tradición del imperio financiero hizo un pacto en el patio del colegio con el siguiente, Max, cuando tenían 13 y 12 años: le cedió el liderazgo de la banca Warburg a cambio de que le comprase todos los libros que quisiese leer durante toda su vida. Y ambos cumplieron su parte. Este sólo episodio merece la biografía que ando buscando.

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