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Están todo el día enchufados al móvil, solo ven vídeos de Tik Tok, no hablan en persona y se comunican únicamente a través del Whatsapp o las redes sociales. Estas son algunas de las frases que habitualmente escuchamos cuando se habla de los jóvenes. Es verdad que hoy en día viven pegados a los móviles, pero no solo los adolescentes tienen dependencia de los dispositivos tecnológicos, todos estamos constantemente mirando el móvil, consultando el Whatsapp o viendo los últimos 'reel' de Instagram.
Vivimos en un mundo en el que la tecnología lo ocupa todo, sin embargo, la expansión tecnológica no hay que verla como algo negativo, debemos aprovecharnos de sus ventajas para tener una mayor calidad de vida. Suena a frase hecha, pero es una gran verdad.
Internet cambió el mundo hace muchos años y, según vaticinan los expertos, la Inteligencia Artificial va a ser la gran revolución de este siglo y solo acaba de comenzar.
Lo importante es que estas nuevas herramientas no acaben con la esencia del ser humano, de los jóvenes. Esencia como la que han demostrado tener los miles de jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que estos días se mueven por Salamanca en busca de un encuentro real con el papa Francisco, no de la mejor foto de postureo para Instagram, aunque si consiguen la imagen con Bergoglio, seguro que también la subirán a sus redes para presumir. ¡Lo haríamos todos!
Nos hemos acostumbrado a ver a un grupo de diez jóvenes sentados en una terraza que, en lugar de hablar entre ellos, están enganchados a su móvil viendo vídeos de desconocidos. Nos sorprende , sin embargo, encontrarnos con grupos de jóvenes que junto al móvil llevan una guitarra y a las nueve de la mañana cantan, no bajo los efectos de una larga noche pasada por alcohol, sino emocionados por participar en un encuentro con el papa.
La celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa nos ha recordado que no solo un grupo de música puede mover a miles de personas, un hombre de casi noventa años, que lidera una doctrina religiosa como es el catolicismo, ha conseguido en pleno mes de agosto que un millón de jóvenes se haya desplazado hasta el país portugués para reunirse con un cura, pero no cualquiera, sino su líder.
Saquen sus propias conclusiones. A mí me gusta pensar que la JMJ demuestra que cuando hay una verdadera motivación los jóvenes también se implican. No se trata de que se olviden de los móviles y las redes, sino de que sepan utilizarlos y no les absorban.
Y no es algo pasajero, hace cuarenta años que comenzaron estos encuentros juveniles, aunque el parón por la pandemia ha hecho que los jóvenes cristianos hayan retomado esta actividad con más euforia, tampoco tenemos que negar el tirón que tiene Bergoglio. El resultado es un multitudinario encuentro del que, además, nos hemos beneficiado también los salmantinos. La ciudad está llena en agosto, un mes en el que apenas hay estudiantes de español y el turismo de interior tiene mucho menos tirón que el resto del año.
Normalmente, las residencias universitarias sufren la llegada de este mes, pero este año, aunque sea por unos días, han hecho caja con los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud. Y hasta mediados de agosto estarán estos peregrinos por la ciudad y también los bares, los restaurantes y las tiendas se beneficiarán de la visita de estos jóvenes de México, Brasil, Francia, Nigeria, Chile, Estados Unidos, Australia... procedencias muy diversas, pero un interés común: su fe.
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