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Ha causado cierto revuelo la entrevista que tuvo lugar en Bruselas entre el prófugo del maletero y tres políticos cuitados que, los pobres tenían pinta de estar ingurgitando un revuelto de pelo de tejón. Tales eran sus expresiones, de las que podría deducirse lo acibarado del trance. O acaso el cariacontecido aspecto se debiera a que no podían por menos de sentirse subyugados por el embrujo de la enorme foto adherida a una de las paredes en el despacho del «presidente» (nada de «ex») en su cubículo del Parlamento Europeo. La estampa king size mostraba una urna de tamaño considerable sobrevolando la muchedumbre enardecida en la carajicomedia votante del 1 de octubre de 2017.
Si una imagen vale más que mil palabras, esta bien puede valer por todo un discurso a los ojos de los seguidores del otrora reo huido, pronto amnistiado y probable futuro presidente de la independizada nación catalana. O autodeterminada, porque no está claro si conviene más hacer rancho aparte sin separarse completamente de la «puta España» o usar ladinamente el paraguas del Estado español para acogerse a sus beneficios sin contraprestaciones onerosas. O sea, la vaca sigue siendo tuya, pero yo soy quien la ordeña. Ante esta posibilidad, tal vez sea mejor el referéndum añorado, que les salga favorable y se larguen de una vez. Perderemos el tres per cent, pero ganaremos en tranquilidad y en sosiego.
Porque uno ya se va cansando de tanto hacer de la necesidad necedad, y de la necedad virtud (valga el retruécano). Uno ya se va cansando de sentirse menos igual que otros, de humillaciones y servilismos, de desprecios y degradaciones, de vejaciones y vilezas, de ultrajes y afrentas, de bajezas e ignominias, de ruindades y desvergüenzas, de depredadoras impudicias, de deshonras e iniquidades, de bochornosas indecencias, de sonrojantes fariseísmos, de revestir el poder con argucias retóricas y vacuas argumentaciones, del bizarro gallardear y de que se vanaglorien de la falta de responsabilidades éticas y morales.
Porque hay políticos –Maquiavelos en estado puro— para quienes el fin justifica los medios, incluso si ese fin apesta a farsa, a xenofobia y racismo. Será cosa del relato al que le falta coherencia. Será cosa de estómagos agradecidos que todo lo digieren. Hasta un revuelto de pelo de puercoespín. A mayor gloria y refocile del tiranuelo. Aunque la credibilidad de los políticos se arrastre por el lodazal; aunque tengamos que ver a algunos postrados de hinojos abducidos por la imponente imagen de una urna en volandas.
Aún queda rabo por desollar, pero a este paso no faltarán futuras rendiciones. Son los privilegios de un facineroso que tiene la sartén por el mango a la hora de condicionar gobernanzas. Demasiado poco exige, aparte de urdir posados bajo la simbólica urna volandera.
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