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El tapiz de la concordia

«La tapicería de Bayeux, con sus más de 70 metros de longitud cubrirá, aunque sea de forma simbólica, las seculares heridas infligidas por la historia»

Domingo, 10 de agosto 2025, 05:30

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Las relaciones entre Gran Bretaña y Francia han estado sometidas a numerosos altibajos a través de los tiempos. Todas ellas, en mayor o menor medida, tuvieron repercusiones en el resto del continente y en la configuración de las diferentes nacionalidades a lo largo de los siglos. Hubo guerras llamadas de Cien Días, de Siete Años, de intríngulis sucesorios, en fin, hasta completar más de cuarenta conflictos en mil años, poco más o menos. Recordemos, por poner un ejemplo, la famosa Guerra de los Cien Años, que prácticamente se extendió desde mediados del siglo XIV a mediados del XV. Se trató en su origen, por ponerlo sencillo, de una guerra de herencias que culminó por fin con la victoria francesa sobre la Inglaterra de entonces tras muchas batallas ganadas y perdidas por ambas partes. Una de las figuras míticas de esa confrontación fue Juana de Arco, la Doncella de Orleans, beatificada primero y canonizada ya en el siglo XX, heroína de la última etapa de la guerra que acabó en la hoguera acusada de herejía. Ante la Inquisición de nada le sirvieron las heroicidades de juventud en defensa de su patria.

Pero, por traer a colación los inicios, podría decirse que en la Invasión Normanda de 1066 estuvo el origen de todo lo demás. Los normandos atravesaron el Canal, tomaron Londres, y Guillermo el Conquistador se instaló en el trono apelando a supuestos derechos hereditarios. A partir de ese momento, el francés fue la lengua oficial de Inglaterra –no la única, obviamente– durante más de tres siglos, hasta el punto de que en 1399 Enrique IV fue el primer rey con el inglés como lengua materna. Y casi un siglo más tarde (1484) se escribieron por primera vez las leyes parlamentarias en esa lengua bajo el reinado de Ricardo III, el monarca inmortalizado por Shakespeare en una de sus tragedias históricas.

Todo eso resulta ahora muy lejano, sobre todo después de que británicos y franceses transitaran dolorosamente por las dos guerras mundiales en calidad, ahora sí, de aliados. Hace poco, Starmer y Macron –el primer mandatario que visita el Reino Unido tras el Brexit– han acordado que por primera vez en novecientos años el máximo emblema iconográfico de la batalla de Hastings, por la que Inglaterra sucumbió al poderío francés en 1066, se exhiba en el Museo Británico. Se trata del famoso tapiz de Bayeux, inigualable fuente documental condensada en un gigantesco lienzo bordado que para algunos constituye el primer «cómic» de la historia. Ahora será el tapiz de la concordia entre dos naciones unidas y separadas al mismo tiempo por el Canal de la Mancha, fosa común de miles de víctimas de ambos países. La tapicería de Bayeux, con sus más de setenta metros de longitud cubrirá, aunque sea de forma simbólica, las seculares heridas infligidas por la historia.

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