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Opinión

¡Pobre Venezuela!

Los dictadores o mueren matando o lo hacen en la apacibilidad de sus lechos de raso con equipo médico habitual a la cabecera

Domingo, 11 de agosto 2024, 05:30

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Confieso cierta debilidad por Venezuela. Muchos han sido los familiares y amigos míos que han vivido, o siguen viviendo, en ese país con el que parece que el mismo diablo se ha ensañado. Conozco unas cuantas ciudades y lugares de interés de esa riquísima nación que nada en petróleo y cuyas entrañas encierran todo tipo de minerales y metales preciosos. En una palabra: uno de los países más ricos del mundo.

Cuando el viejo Rafael Caldera cerró una etapa (no exenta de corruptelas entre la clase política y económica), vi muy claro, porque en ese momento yo estaba allí, que lo que se avecinaba no eran precisamente días de vino y rosas para el conjunto, sino días de ron barato para unos y ron Pampero Aniversario para otros. El gorila danzarín, tan injusta como generosamente indultado, inició una deriva revolucionaria que, como sucede en todas las revoluciones, se esquilma a los pobres y se enriquecen los promotores de la «patriótica» asonada. Algo ayudaron aquellas ladillas pegajosas, núcleo fundacional de lo que sería Podemos en España. Sabemos de dictadores de derechas, asesinos corrompidos hasta el tuétano, y dictadores de izquierdas que hacen exactamente lo mismo. Nicaragua podría ser un ejemplo de ese péndulo. Cuba, otro, y así sucesivamente. No nos engañemos. Los dictadores o mueren matando o lo hacen en la apacibilidad de sus lechos de raso con equipo médico habitual a la cabecera.

Maduro es otro de los que una vez asaltado el poder no lo sueltan ni por las buenas ni por las malas. ¿Quieren actas del fraude electoral? Tranquilos, que con la ayuda de especialistas informáticos rusos o chinos, las tendrán debidamente manipuladas. Niqueladas. Y a seguir masacrando y expulsando a sus ciudadanos. El mundo es muy grande y a los venezolanos no les faltará dónde ir. A los que se queden, prisión y palo. ¿Hasta cuándo? Personalmente no soy muy optimista, a menos que la comunidad internacional reaccione con mayor contundencia. Si es que Europa y otros países decentes no quieren ser cómplices de la fechoría.

Papelón destacado es el de Zapatero, que pasó de las bobaliconadas solemnes a ser adoptado como perrillo faldero de un dictadorzuelo patán y bananero. Migajas le arrojarán bajo la mesa los opulentos epulones (militares, cocaleros y sicarios en general) mientras, entre regüeldo y regüeldo, ingurgitan primero, y defecan después, todas las legitimidades robadas por las armas a la nación venezolana. El bello Zapatero, feliz royendo el huesecillo, soñará con Delcy, esa prenda que entraba en leche cuando le susurraba aquello de «¡mi príncipe!» contemplándolo con transfigurado arrobo. Él acaso prefiera otras bellezas. No en vano la Venezuela prechavista llegó a tener tres Miss Mundo y dos Miss Universo en el plazo de seis años. Solo falta Delcy en la pasarela.

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