Borrar
CHURRAS Y MERINAS

Cementerio

Resulta inquietante circular entre fosas, tumbas, criptas y mausoleos donde familias enteras habitan con toda normalidad

Domingo, 29 de octubre 2023, 05:30

Comenta

Los cementerios, última morada de los muertos, pueden proporcionar mucha información a los vivos. No solo por el hecho de que algunos sean un reclamo turístico de primer orden, sino por lo que nos ilustran acerca de pasadas maneras de entender los rituales de la muerte con todas sus pompas y accesorios.

Cruces, lápidas, estrellas u otros signos religiosos según la cultura de que se trate, dan testimonio de una manera de comprender el arte mortuorio, explicitan un modo de rendir culto funerario a las vidas que fueron y ya no lo son, delatan creencias, supersticiones, necrofilias, y hasta pueden servir de domicilio para los vivos –cuestión de supervivencia- valga la paradoja. Tal es el caso de la necrópolis de la Ciudad de los Muertos, en el sureste de El Cairo. Resulta inquietante circular entre fosas, tumbas, criptas y mausoleos donde familias enteras habitan con toda normalidad. Algo que a mí me pareció escalofriante, sobre todo si el recorrido se hace cuando las primeras sombras de la noche se adueñan de ese gigantesco hábitat de vivos entre muertos, de espacios vacíos que albergaron en tiempos pasados cadáveres y podredumbre y ahora están, por así decirlo, llenos de vida.

Hoy día existe un floreciente turismo de camposantos. Necroturismo, o tanatoturismo, para ser más exactos, que mueve riadas de curiosos y dinero por lugares tan famosos como el cementerio de Highgate en Londres, donde hordas de nostálgicos empapados de morbo se acercan a ver con sus propios ojos el lugar de eterno descanso de Marx. Caso bien conocido es el de Père Lachaise, en París, donde acuden muchedumbres de adoradores literarios a rendir tributo a Oscar Wilde. El antiguo cementerio judío de Praga es otro de esos lugares en los que una honda emoción embarga al visitante cuando contempla el desolado paisaje de lápidas, muchas de ellas deterioradas por el vandalismo de épocas pretéritas, que muestra hasta qué punto el ser humano es capaz de profanar los huesos de los difuntos.

Málaga tiene su cementerio de los ingleses, y Yuste el de los alemanes. El anglicano de Málaga se inauguró en los años treinta del siglo XIX y es fiel testimonio del poderío de la colonia extranjera que demandaba un lugar propio para sus deudos, ya que al no ser católicos tenían vedados los cementerios convencionales. Allí descansan el hispanista Gerald Brenan y el poeta Jorge Guillén. En Cuacos de Yuste se encuentra el cementerio militar alemán, donde están enterrados soldados de la primera y de la segunda guerra mundial. En Carabanchel tenemos en Cementerio Británico. Sus orígenes se remontan a mediados del XIX y en él, además de británicos, reposan miembros de muchas nacionalidades. Nombres de ilustres inquilinos son Lhardy y Loewe, junto con tantas otras historias sepultadas de vida y de muerte.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Cementerio