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Corría el mes de octubre de 2024 y el secretario autonómico del PSOE, Luis Tudanca, cargaba contra la dirección de su partido por haber suspendido el proceso de primarias en Castilla y León. Señaló a Santos Cerdán, al leonés Cendón y a algún integrante más de la comandita cercana a Sánchez. Entonces, le pregunté si confirmaba su intención de presentarse a esas primarias y la respuesta fue esquiva y evasiva, ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Tudanca haciéndose un Rajoy para no desvelar sus cartas.

Ya entonces se evidenciaba que Tudanca había orquestado un Plan B. El de pactar una salida pacífica como líder del PSOE de Castilla y León y facilitar un relevo tranquilo, sin las envenenadas primarias, al candidato del gusto de Ferraz, que ha resultado ser Carlos Martínez, el alcalde de Soria. El que fuera un 'susanista' de manual en la pugna intestina de los socialistas en 2017 es ahora el señalado por el dedo celestial de Pedro Sánchez. La capacidad centrifugadora de la política es inagotable.

Ciertamente, con las cartas sobre la mesa, Tudanca ha escogido la opción más rentable. Política y económicamente hablando. Que estaba sentenciado por su jefe supremo era evidente, iban a purgarlo sí o sí, y embarcarse en una guerra abierta con su partido y lanzarse a unas primarias sin garantía de victoria era una jugada temeraria. Quizá por eso cueste más entender las razones que le han llevado estos meses a él y a todo su equipo pregonar en todos los corrillos la letanía de que estaban 'con ganas y con fuerza' para disputar esas primarias. A representar un teatrillo que ahora muta en astracanada. Todo formaba parte de un plan.

Y ahora, los simples humanos que no formamos parte del submundo político nos preguntamos por cómo y por cuánto le compensarán a Tudanca por este adiós tan descafeinado. Si será con un cargo de medio pelo en el ejecutivo, la típica dirección general o secretaría de Estado, o si será haciéndole un hueco en cementerios políticos como el Senado. Cuando el socialista abandone la portavocía de las Cortes se despedirá de los más de 100.000€ que cobra al año, y eso es mucho perder, sobre todo si no tienes mucho más de donde tirar. Luis Tudanca sólo ha sido político. Desde las Juventudes Socialistas ha escalado en el partido, al igual que Ana Sánchez, su secretaria de organización, y cuando están enfilando los 50 años se antoja ya complicado reinventarse y lanzarse a buscar su hueco en el mercado laboral. También por eso, Tudanca siempre tuvo un Plan B.

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lagacetadesalamanca Tudanca y su Plan B