Huevos y sandías
¿Qué tendrá el poder político que todo aquel que lo cata, aun con una leve caricia, se aferra a él hasta despellejarse vivo? Es ... droga dura de la buena, con síndrome de abstinencia y con un proceso de desintoxicación digno de la portada del ¡Hola! Y no hay contexto más peligroso para la recaída que unas elecciones como las que ya enfila Castilla y León. Qué se lo digan a todos los que han pegado otro salto de siglas, de Ciudadanos a Nueve, el partido con el que Silvia Clemente pretende resurgir en la política regional.
Que Ciudadanos es un cadáver político en descomposición lo sabemos todos menos Fernando Castaño, que alimenta su adicción con los restos que otros desechan, pero el éxodo masivo de sus concejales al partido de la política segoviana sólo se puede interpretar como una huida hacia adelante, un resquicio por el que colarse para seguir saliendo en la foto. Aunque no todos han dado ese paso, los que ocupan tareas de gobierno bajo las siglas de Ciudadanos van a esperar a las municipales de 2027, un 'ejercicio de responsabilidad' que les viene al pelo, así comprobarán si lo de Clemente es flor o tortazo, y tiene mucha más pinta de lo segundo que de lo primero.
No se puede negar que los fichajes de la ex presidenta de las Cortes le están dando vidilla a la precampaña. Más que una lista electoral parece la nómina de renegados del PP con una interminable dosis de venganza por satisfacer. Un partido creado para hacer daño a los populares y con la misión de robar los suficientes votos que resten procuradores a Mañueco en su enésimo intento de lograr una mayoría solvente en el parlamento regional.
Lo que no termino de comprender es cómo ayuda a todo esto la idea de Clemente de repartir sandías gratis el día de su presentación en sociedad. Da la sensación de que las pillaron de saldo y que podía haber sido piñas, aguacates o melones. Hubiera molado mucho más que fueran patatas.
Si lo que quería la pupila de Albert Rivera era ganarse el favor de los votantes repartiendo comida, ya podía hacerlo con docenas de huevos. Iba a llegar la cola desde la Plaza Mayor a la Plaza España. La amenaza de la gripe aviar está provocando que los huevos fritos coticen a precio de solomillo. A este paso vamos a tener que financiar la tortilla de patatas. Sube todo menos los sueldos y, como remate, llega la Navidad. Este sí debiera ser el problema al que buscar una solución desde la clase política, pero están muy ocupados haciéndose fotos con sandías. La adicción, ya saben.
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