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No aprendemos

Miércoles, 10 de enero 2024, 07:42

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Es insuperable la capacidad del ser humano, especialmente el homo politicus, para tropezar siempre en la misma piedra. Por muy bajas que sean las expectativas, siempre hay un paso más que evidencie la obstinación y la falta absoluta de practicidad de algunas decisiones. Y lo que hemos visto esta semana con el uso de las mascarillas en los centros de salud es el triste paradigma de esta situación.

Parece que Gobierno y autonomías no aprendieron nada durante la pandemia del Covid y la tensión a la que los virus respiratorios han sometido al sistema sanitario en las últimas semanas ha sido suficiente para dinamitar cualquier toma de decisión.

Se suman un Ministerio que reacciona tarde y sólo después de que la televisión asuste a la población introduciendo las palabras «colapso» y «saturación» en sus titulares y unas comunidades que han encontrado en la confrontación con Pedro Sánchez la fórmula más rentable para hacer oposición y desgastar al adversario político.

Si a este cóctel le añadimos unas leyes sanitarias obsoletas, la de aplicación para esta obligatoriedad de las mascarillas es del 2003, nos sale un nuevo galimatías que tiene prácticamente asegurado que desembocará en los tribunales.

De nada sirvió que, con el estado de alarma, los expertos en salud pública y derecho sanitario advirtieran de la necesidad de cambiar las leyes para acompasarlas a los nuevos tiempos y marcar orden y límites a la famosa cogobernanza. Muerto el perro se acabó la rabia. Para qué cambiar nada si se puede rentabilizar políticamente. No aprendemos.

Y no crean que la situación sanitaria es extrema. La mayoría de los datos, milagrosamente objetivos, no difieren mucho de otros inviernos salvo por la aparición en escena del coronavirus. Hay tensión, pero más en los despachos políticos que en los hospitales.

Y mientras, la plebe pasa el inicio del año entre toses, pañuelos y recetas, esperando hasta diez días para poder ver a su médico. Ese es el verdadero problema. La falta de profesionales sanitarios.

Pero si nuestros gobernantes no son capaces de ponerse de acuerdo en si hay que hacer obligatorio o voluntario el uso de la mascarilla, parece de locos confiar en que consensuen medidas efectivas para paliar el déficit de médicos. Los expertos ya han aportado sus soluciones de futuro pero no cuadran con los cortoplacistas intereses políticos del partido de turno. Y en esas estamos; tropezando sin parar hasta que un día nos partamos la crisma. No aprendemos.

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