Libros y ritos
Un rito es lo que hace que mayo no sea igual a otro mes, porque hay casetas en la plaza ·
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Un rito es lo que hace que mayo no sea igual a otro mes, porque hay casetas en la plaza ·
Aunque sea entre lluvias, tormentas, rachas de viento molesto y un tímido sol que va y viene, pasear entre libros es un lujo al que no deberíamos renunciar. La Plaza Mayor, nuestro salón de mil ventanas, se viste de literatura unas pocas veces al año y es una suerte. Es verdad que genera alguna molestia, pero las compensa sobradamente. Es como cuando llueve y me toca montar el tenderete en el salón. No es quizá lo más estético, pero cumple su función: me seca la colada y me permite mantener mi rutina de rotación de sábanas o ropa interior. Con la feria, pasa lo mismo. Invita a hacer armario de libros ahora que, imaginamos, en breve se animará a estallar la primavera y podremos disfrutarlos en las tardes que se alargan o cuando cada uno mejor prefiera.
Ver a las letras enredarse entre las farolas fernandinas o los alamares barrocos, saltar por los charcos, asomarse a los balcones ya merecería la pena. Si además se vende mucho, pues mejor.
Hay una cierta constante que me llama la atención tanto de las ferias como de los días del Libro. La presencia de algunos títulos que rompen la férrea dictadura de las novedades y año tras año se cuelan entre los primeros. Siempre parece momento para acompañar a fray Guillermo en sus enigmas en El nombre de la rosa, o para visitar por fin Macondo en Cien años de Soledad o atreverse con El Quijote que, si no se lee, siempre decora mucho la estantería. Infatigables como lo es El Principito, que el pasado 23 de abril volvió a estar entre los más vendidos.
Un libro de un niño que no es para niños pero que leen los niños y redescubren los mayores. El Principito guarda muchas sentencias para pared de parque o taza de desayuno, pero también una profundidad de pensamiento innegable. Mi frase preferida está en el capítulo XXI, cuando el zorro dice que un rito es «lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra».
Un rito es lo que hace que mayo no sea igual a otro mes, porque hay casetas en la plaza. Un rito reviste de importancia lo que toca, porque te cita con la historia. A efectos prácticos, sería lo mismo que cuando se votara nuevo papa al elegido se le encendiera una luz verde en una aplicación en el móvil. Pero no, el mundo no quita ojo a una pequeña chimenea conectada con una estufa. Millones de personas han esperado ansiosas el «extra omnes». Hemos visto romper el anillo del pescador y lacrar el apartamento papal. Hemos visto al nuevo papa saludar a la multitud.
«Los ritos son necesarios».
Hay personas que no entienden que se haya abierto la urna de santa Teresa para veneración pública, yo mismo tenía muchas dudas. Hasta que vi llegar a los primeros albenses y su gesto instintivo, salido del corazón: una señal de la cruz. Podría haber sido cualquier otra cosa, es lo de menos. Lo que importa es la emoción, el rito que en un mundo atroz nos pone junto los mejores de los que nos han precedido.
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