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Selfis, ¿con o sin cebolla?

Menuda imagen: dos vicepresidentas del gobierno español haciéndose un selfi en el funeral del papa Francisco

Martes, 6 de mayo 2025, 06:00

Llámenme «boomer», como hace mi hijo, pero sigo sin comprender a todas esas personas que van a ver a su artista favorito y se pasan la actuación grabando cada una de las canciones del concierto.

Tendré que echar mano, para entender tal actitud, del nuevo libro que han escrito al alimón el profesor salmantino Rubén Vaquero y su nieta de trece años Jimena González titulado «La generación Z por un boomer y una zoomer». En sus páginas quizás encuentre el sentido de una moda que no deja de sorprenderme.

Es como si quisieran inmortalizar cada instante que viven para luego compartirlo con todo el mundo a través de sus redes sociales, demostrando que son más felices que la Coca Cola.

Con esta forma de andar por la vida, se empieza grabando un espectáculo y alguno acaba fotografiando el cadáver del papa Francisco en el ataúd durante la capilla ardiente que tuvo lugar en la Basílica de San Pedro.

Ante estas muestras de falta de respeto cada vez más habituales, la Orden del Carmelo no va a permitir hacer fotografías o grabaciones en video a quienes, a partir del próximo domingo, se acerquen a la Basílica de la Anunciación de Alba de Tormes, donde permanecerán expuestos para su veneración pública los restos mortales de Santa Teresa de Jesús. Este hecho no ocurría desde hace más de un siglo, pero en aquella época no había teléfonos móviles ni ese generalizado afán exhibicionista. Ojalá los carmelitas consigan su objetivo de que este acto discurra en un ambiente de oración profunda y recogimiento. Aunque dudo que lo consigan.

Y es que, después de ver a dos vicepresidentas del gobierno español haciéndose un selfi hace unos días en el funeral del sumo pontífice, empiezo a perder toda esperanza. Como dos amiguitas de vacaciones, Yolanda Díaz y María Jesús Montero protagonizaron un momento absolutamente surrealista y fuera de lugar durante la ceremonia que se celebró en la plaza de San Pedro. Como si el entorno vaticano y el incienso hubieran diluido sus diferencias, ambas posaron sonrientes a la cámara del teléfono sujetado por la mano de la ministra que más ha alardeado de amistad con el fallecido santo padre. De no ser por la presencia de los Reyes y su saber estar, esa habría sido la imagen de la representación de nuestro país ante los ojos del mundo en un momento tan solemne.

Pero así está nuestra política. Estamos en manos de personas a las que todo les da igual. Cómo es posible que la semana pasada, con todo el país a oscuras, durante el transcurso del gabinete de crisis del apagón, el presidente del Gobierno preguntara, a modo de broma, a sus ministros cómo preferían la tortilla de patata: «¿con cebolla o sin cebolla?» La extemporánea pregunta fue captada por un micrófono abierto traidor, que volvió a reflejar el grado de preocupación que tiene este tipo por todos nosotros. Por cierto, ha pasado más de una semana y continuamos sin tener una versión oficial de la causa del vergonzoso corte de suministro eléctrico ocurrido el lunes pasado.

Y, como estamos más al selfi y a las redes sociales que a otra cosa, ocurren sucesos como el de ayer. Miles de viajeros tirados en Atocha y en Santa Justa porque, según parece, la línea del AVE que conecta Madrid con Sevilla sufrió varios robos de cable de cobre a la altura de la provincia de Toledo. Al ministro de Transportes, el ínclito Óscar Puente, le faltó tiempo para decir en X que se había tratado de un «sabotaje», en un nuevo ejemplo de sembrar dudas sobre la causa y eludir responsabilidades.

Demasiado político encebollado.

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