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CORRAL DE COMEDIAS

Humo

La clave para combatir los incendios forestales que azotan la Península Ibérica se encuentra en la prevención

Martes, 19 de agosto 2025, 06:00

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Que sí, que está muy bien que la Junta de Castilla y León anuncie 100 millones de euros en ayudas directas para la reconstrucción de las zonas más afectadas por los incendios que, por cierto, todavía no han sido sofocados y siguen declarándose en todo el Oeste español.

Que sí, que está muy bien eso de un plan de Estado contra la emergencia climática como el que ha propuesto el siempre desaparecido presidente del Gobierno en su fugaz visita a algunas zonas afectadas por el fuego, aunque nadie sepa en qué va a consistir.

Que sí, que está muy bien que el rey don Felipe interrumpa sus vacaciones en Grecia para hacerse una foto con el traje de campaña en el cuartel general de la Unidad Militar de Emergencias, la UME que todos conocemos, una semana después de que se originara un desastre inacabado, con tres muertos sobre la mesa y miles y miles de hectáreas quemadas en Extremadura, Castilla y León y Galicia.

Humo. Humo y más humo. Como el denso humo que cubría el domingo todo el oeste de la provincia a consecuencia de los devastadores incendios forestales que también están devorando -con más fuerza incluso- nuestra vecina Portugal. Como el que acompañaba a la calima y al fuerte olor a quemado que nos sorprendió ayer a los vecinos de la capital. Humo.

De acuerdo con que en estos momentos hay que hacer todos los esfuerzos posibles por sofocar las llamas. Están tardando las unidades del Ejército en movilizarse para apoyar en las labores de extinción de los fuegos allí donde más se necesite. No vale la utilización del ya famoso mantra de los componentes del Ejecutivo central: «el que quiera ayuda que la pida». Se necesita toda la acción del Estado para que estos incendios - y los que se están generando en las últimas horas, porque esto todavía no ha acabado- no vayan a más.

No sirve echarse las culpas unos a otros. El fuego no mira el carné político de quien gobierna en su zona. Resulta inútil achacar al cambio climático la proliferación de incendios. No nos engañemos, fuegos forestales los ha habido siempre. Tampoco es de recibo escudarse en los pirómanos. No sé a qué esperamos para modificar el Código Penal y endurecer las penas contra estos terroristas medioambientales. No creo que haya nadie en contra de que se adopte esta decisión.

La clave, como todos los expertos están señalando, se encuentra en la prevención. No puede ser que a fuerza de tanta burocracia para mover un dedo en la agricultura y la ganadería nuestros pueblos se estén despoblando. No puede ser que el ecologismo de salón avasalle con su asfixiante legislación a aquellos que todavía quieren vivir en la España vaciada. No puede ser que donde antes había tierras de labranza ahora nos encontremos con rastrojos convertidos en el mejor combustible para estos incendios.

Hay una frase muy repetida por los ingenieros forestales: el monte rentable no arde. No se quema porque la gente lo usa, porque sus propietarios lo atienden y cuidan de él. Y ahora lo que vemos es masa forestal desatendida.

Resulta muy complicado invitar a una persona a que vuelva al campo cuando la has empujado a que se vaya. Pero por ahí deberían ir los tiros. Hay que animar a ese retorno con ayudas eficaces. Y también buscar fórmulas como potenciar el aprovechamiento de la biomasa para que los montes presenten cierta limpieza.

Lo demás son cuentos chinos. Lo demás es humo.

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