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Rectificar es de sabios, pero hubiera sido más acertado no haber repartido los grotescos tiestos por las calles del centro de Salamanca, generando una polémica innecesaria y un gasto inútil. Los maceteros de marras no se pueden esconder en un almacén, sino que tienen que estar a la vista de todos porque de lo contrario perdemos una subvención europea de casi 200.000 euros. Casi nada comparado con lo que nos tocará pagar para mantener decentes semejantes jardineras, que deben ser como hijo tonto. Es decir, por el tamaño que tienen, deben consumir ingentes cantidades de agua.
Por no hablar de las especies arbóreas que han decidido plantar en los enormes tiestos «vintage». Los naranjos colocados en los maceteros cuadrados tipo cubo, de color verde agua, que con escaso gusto «adornan» la plaza de Anaya, que podríamos pasar a llamar plaza de los naranjos por la influencia andaluza que alguien ha querido darle, morirán en las primeras heladas de estas tierras castellanas. Otro gasto innecesario en el que no ha pensado el iluminado que ha decidido darle un aire sureño al espacio ideado por un general francés de Napoleón.
En esta tierra no se dan, que yo sepa, ni los citrus sinensis (nombre científico de los naranjos dulces) ni el citrus aurantium (el naranjo amargo u ornamental), a excepción de la zona de Arribes que tiene un microclima y por eso produce las mejores naranjas. En definitiva, los maceteros gigantes son feos, más aún en un entorno monumental que no necesita ningún aderezo para destacar por su belleza.
Si Europa ha seleccionado el proyecto de los maceteros grotescos y las especies vegetales y arbóreas que los acompañan con el fin teórico de revitalizar el comercio, Europa tiene un problema muy grave. La impresión que tengo es que no sabe cómo despilfarrar nuestro dinero. A ver si vamos a creer que el dinero que llega de Europa cae del cielo, como pensaba la exministra de infausto recuerdo Carmen Calvo Poyato, autora de una frase lapidaria que quedará para la historia: «Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie».
Esto es lo mismo que el plan E de Zapatero, que solo sirvió para que se gastara dinero sin ningún tipo de retorno, sin control y en las chorradas que a cada ayuntamiento, mejor dicho, a cada corporación municipal, se le ocurrió. Y a algunos se les ocurrió enriquecer a amiguetes pagando iniciativas inútiles que solo sirvieron para regar sus bolsillos. O lo que se ha hecho con los bancos violetas contra la violencia de género que se han instalado en algunos de nuestros pueblos que ni siquiera tienen habitantes para sentarse, como ocurre en Zafrón, por ejemplo, con una veintena de habitantes, si es que llega.
Europa es posible que financie muchas estupideces de este tipo, pero lo preocupante es que haya responsables políticos que compren la mercancía averiada. A mí me regalan un antruejo y, aunque sea gratuito, no lo pongo en mi casa. ¿Por qué el Ayuntamiento sí lo hace? o ¿es tan bisoño para creer que unos tiestos de tamaño desproporcionado van a reactivar el comercio?
En este caso, lo que ha hecho la mayoría de los salmantinos es blasfemar contra los responsables municipales por haber tenido semejante ocurrencia.
El problema ahora es que vamos a tener que pagar sí o sí los maceteros. Si no los colocamos, devolvemos la subvención de casi 200.000 euros de Europa y si conseguimos colocarlos, los pagamos igualmente. En definitiva, aquí parece que ha venido un señor de Murcia y le ha metido al Ayuntamiento un gol y ahora nos lo quiere meter a nosotros también.
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