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Opinión

Deje de gritar y pise la tierra

¿Qué le parece a la ministra la tortura de la salmantina a manos de su pareja, aunque el protocolo no lo contemple como violencia de género?

Miércoles, 14 de agosto 2024, 06:00

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Supongo que la ministra de Igualdad, Ana Redondo, no se habrá enterado de que una mujer salmantina ha estado retenida en contra de su voluntad durante un mes, al menos, en un pequeño habitáculo, inmovilizada de pies y manos por bridas sujetas a una cama, obligada a hacer sus necesidades en un cubo, con el pelo rapado, desnutrida, con signos evidentes de haber sufrido vejaciones físicas y psicológicas y presuntamente drogada, por ello, como describe la Policía en la nota, se la encontraron en estado de aturdimiento antes de ser liberada de su presunto torturador, su pareja.

Seguramente en las normas, leyes y demás zarandajas del Ministerio de Igualdad, que está demostrando ser un auténtico fracaso, estos hechos no se ajustarán a la descripción que se recoge en los protocolos para decir qué casos son o no violencia de género. Pero el sentido común, del que parece que carecen los miembros del actual Gobierno, dice que es un claro y flagrante caso de violencia de género: ha sido una tortura cruel y prolongada en el tiempo porque, además, su presunto verdugo, saldrá de prisión, más pronto que tarde por los atenuantes, y será difícil que las políticas que abraza la izquierda sean capaces de darle la protección que necesita esa mujer para que pueda normalizar su vida.

¿Qué le parece a la ministra Ana Redondo la tortura de esta salmantina a manos de su pareja, aunque los protocolos no lo contemplen como violencia de género?

Han transcurrido dos días desde que se conoció este brutal caso de violencia machista y ningún colectivo feminista, ni siquiera Ana Redondo, han salido a condenar semejante salvajada. Se echan de menos unas palabras de solidaridad con la veinteañera a la que un hombre le ha quitado la vida, aunque siga viva.

¿Es que acaso un suceso, como el que conocimos el lunes, no merece ser repudiado públicamente por los políticos y por la sociedad, igual que la mujer asesinada en Valladolid por su pareja?

Hoy están convocados minutos de silencio contra la violencia de género en las subdelegaciones del Gobierno de toda España, incluida Salamanca, pero no por la joven salmantina, de veinte años, porque no ha muerto a manos de su torturador, aunque haya sufrido la mayor de las violencias y todavía le queda la angustia de no saber cuándo lo soltarán y si podrá volver a rehacer su vida porque un mes sometida a una tortura física y psicológica dejan señales mortales de por vida.

La ministra de Igualdad, la vallisoletana, Ana Redondo, también estará en el minuto de silencio de Valladolid por el último feminicidio.

Olvídese de los protocolos ministra, deje de dar voces y de acusar enfurecida a la oposición de ser machista y aplique el sentido común.

La cifra de 29 mujeres asesinadas por sus parejas sentimentales en lo que va de año demuestra el fracaso de las políticas contra la violencia de género. Sin contar las torturas lentas, como el caso de Salamanca.

No estaría demás hacer una reflexión profunda y reconocer, con humildad y sin gritos, que hay que empezar de cero, hablando con todos, incluida la oposición a la que la ministra detesta profundamente, para ver qué está fallando.

Es una vergüenza, una auténtica vergüenza, que una ministra regatee un gesto de solidaridad con la mujer salmantina. Pero no solo se echan de menos las palabras de Ana Redondo, que grita cuando quiere para que la escuchen en todo el hemiciclo. También se ha notado la ausencia de todas esas asociaciones feministas que enarbolan la bandera en exclusividad de la defensa de las mujeres y que en este caso no han dicho ni esta boca es mía: ¿están de vacaciones?

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