Las fauces del Tormes
El conocimiento y los riesgos que implica el baño deberían ser conocidos por todos, sobre todo por los más jóvenes
Este recién estrenado verano nos toca muy de cerca el corazón cuando una vida joven se va en la práctica sencilla y lúdica como es la de disfrutar de un baño. Desde este ojo que observa, mi dolor compartido con la familia del joven de 14 años que se ahogó en el río Tormes y con todo el pueblo de Alba de Tormes, esa ciudad ducal tan hermosa y llena de historia civil y espiritual.
Desde la pena de la pérdida me pregunto ¿cómo aún suceden estos terribles accidentes? No hace mucho leía una nota informativa que sacaba la Confederación Hidrográfica del Turia que advertía de cómo la última dana había alterado sustancialmente el cauce del río, hasta tal punto de quedar prohibidas zonas de baño que tradicionalmente se venían utilizando como zonas seguras de ocio.
Desgraciadamente durante el verano, ríos, mares, pantanos, pozas y piscinas se convierten en lugares que terminan alejándose del recreo, para aproximarse más a la desgracia que al disfrute estival. Nuestro periódico daba la cifra de 54 muertos por ahogamiento en CyL entre 2023-2025 y estamos empezando la temporada fuerte de baños.
Bien es sabido que el conocimiento y los riesgos que implica el baño deberían ser conocidos por todos, sobre todo por los más jóvenes, pues este simple hecho seguro que podría evitar más de una desgracia. Desde aquí me gustaría aportar alguna idea. Pienso en el beneficio de impartir charlas en los colegios (bomberos, guardia civil, rescate…) para que los jóvenes fueran conscientes de los graves peligros que conlleva la estación estival en lo referente a la relación con el agua. Explicar cuáles son y cuáles no son los lugares propicios para el baño, la importancia de saber nadar si se pretenden hacer excursiones próximas a lugares de agua, conocer las recomendaciones que dan los expertos para mantener la calma en situaciones de peligro y aprender a valorar nuestras propias fuerzas y no correr riesgos innecesarios aun a sabiendas de nuestras dotes en natación.
Es cierto que la vigilancia es fundamental y por supuesto la señalización de los espacios aptos o no para el baño, pero a veces pueden ser aptos y no estar vigilados. Recuerdo que mi padre siempre nos decía que «el miedo guarda la viña¨ y no hacernos ni los valientes ni los mejores, simplemente ser prudentes, pues el peligro en aguas abiertas siempre es muy grande.
Pero no podemos olvidarnos de las piscinas, pues muchos ahogamientos se producen en piscinas privadas. Jamás perder de vista a un niño, ellos se mueven más deprisa que nuestra atención y desafortunadamente todos los años suceden desgracias.
La vida es nuestro bien más preciado. Hablemos en casa de esto, transmitamos las medidas de seguridad, no meter miedo, pero sí conocimiento y riesgos.
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