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Mientras intento compartir con ustedes alguno de los pensamientos que me atropellan, se me agolpan de tal manera, que no sé por dónde empezar. Hago una retrospectiva de la semana y es tal el cúmulo de asuntos, que echo de menos aquellos tiempos en los que pasaban los días y apenas había noticias reseñables en el horizonte. Este ojo que observa se siente tremendamente agredido con las últimas amenazas, que se nos han infligido, desde el que ostenta la presidencia del gobierno de España. Desde hace ya unos cuantos años los españoles decidimos la Democracia Parlamentaria como régimen en el que vivir, relacionarnos y crecer como país. Pero en la actualidad, nuestra querida España, parece vivir más en una autocracia que de una democracia. La autocracia proviene del griego autos –uno mismo- y khratos -gobierno, poder- y es un sistema de gobierno autoritario, en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley. En este sistema de gobierno, el mandatario no tiene el deber de responder de sus acciones ante ningún tipo de control o mecanismo político y social. Esto no sólo lo siento yo, sino una buena parte de los españoles, como ha quedado demostrado con el varapalo al «autócrata» en las elecciones europeas, aunque ni él ni su entorno lo vean así.
Pensar que esto no tiene importancia es negar una evidencia que rezuma problemas por los cuatro costados y que nos está arrastrando a una situación que puede llegar a ser irrevocable. Hay determinadas voces socialistas que lo ponen de manifiesto, pero aún no son capaces de dar un golpe en la mesa y recuperar el rumbo de un socialismo, que la inmensa mayoría del país echa de menos. No hay ningún Rubalcaba que sea capaz de inmolarse por el bien de España. Menuda tristeza. La salud de una democracia está en la libertad de poder elegir entre opciones justas, equilibradas y que busquen, cada una desde sus legítimas perspectivas, el ansiado bien del común. No dar explicaciones ni a prensa, ni a los votantes, ni a la oposición… tiene un nombre que ya está escrito. Y de la autocracia a la dictadura hay poco espacio, pues el paso de una a otra es estrecho, ya que mientras que en la autocracia el gobernador tiene todo el poder, en la dictadura el poder se centra en torno a él, algo que puede pasar en cualquier momento. La solución está en los socialistas auténticos, esos que dicen las verdades del barquero en privado, pero las esconden en público.
Este ojo no sabía por dónde empezar, pero si sabe por dónde terminar y es dando mi más sincera enhorabuena a Cristina Clemares Pérez-Tabernero por ser la primera salmantina, y una de las pocas mujeres, en ganar el «Premio literario Jaime de Foxá» en su XXVIII edición. Amante de la naturaleza, conocedora del territorio, la caza y la vida en libertad, su trabajo ha sido reconocido con este prestigioso premio, incorporando así a una salmantina al «Parnaso de la literatura cinegética».
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