La desgracia de llamarse autónomo
En España al autónomo o al pequeño empresario, se les pretende tratar como si fueran multinacionales. Craso error
Ya me gustaría a mí que, como en la novela de Oscar Wilde «La importancia de llamarse Ernesto», la vida del pobre autónomo fuera una ... comedia en la que satirizar la sociedad española actual. En la vida real ninguno de ellos escapa a sus responsabilidades a pesar de que su leyenda negra les preceda per se; esa que les asocia a la de los pícaros que barren siempre para casa para no pagar y no contribuir. Algo totalmente falso.
La realidad es muy distinta, pues no sólo contribuyen con su 16% en la población activa, sino que son quienes, en un 90% de ellos, contratan entre 0 a 5 trabajadores. En números redondos, en España los autónomos contrataron a unos 820.819 trabajadores por cuenta ajena, según datos del último trimestre; cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que la Administración General del Estado (AGE), ha empleado a cerca de 539.257 personas en las mismas fechas.
Pero lejos de la sátira de Wilde, la realidad es que el pobre autónomo ha terminado por ser el «paria social» del s. XXI, esa persona que los antiguos marxistas identificaban como «excluida de las ventajas de las que gozan los demás», algo que no les sucede a los trabajadores por cuenta ajena. La leyenda negra generada por sindicatos y asentida por muchos trabajadores es esa que no sólo ve con malos ojos al autónomo, sino que considera que el trato impositivo y sus derechos como trabajadores, no deben ser igualados a los suyos. ¡Como si los autónomos no fueran trabajadores como ellos! De ahí ese sentimiento de «bueno… ¿no lo ganan…? pues que se joroben y paguen»; cosa que hacen ¡por supuesto!, llegando a dárseles un trato despectivo por ser considerados un grupo de «chupa sangres» de sus trabajadores. En España al autónomo o al pequeño empresario, se les pretende tratar como si fueran multinacionales, craso error, pues son ellos quienes generan para el país, dan trabajo a mucha gente en el país y su dinero se queda en el país.
Este ojo que observa y siendo consciente de la situación de los autónomos, considera que no sólo se les debería cuidar por parte de la Administración y del Estado consensuando sus derechos, sino igualándoselos a los del resto de trabajadores en lo referente a la enfermedad, paro o al acceso a ayudas, dejando de diferenciar lo de «por cuenta propia» y «por cuenta ajena», ya que todos son igual de trabajadores. Este grupo soporta una carga administrativa muy superior a la del resto de contribuyentes como por ejemplo las declaraciones de IVA, IRPF… que no son solo una vez sino varias veces a lo largo del año, soportando además unos pagos a la SS cada vez mayores y gravosos.
No olviden que entre los autónomos están los ejercientes de profesiones liberales, emprendedores, pequeños negocios, agricultores, ganaderos… y un sinfín de trabajadores que contribuyen con su trabajo e impuestos, al bienestar social de todos y además poniendo en riesgo su propio patrimonio. Así, ¿quién va a querer ser autónomo?
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