Hagamos equipo

Esta Salamanca nuestra tiene una riqueza existencial inmensa, digna de estudio profundo y hasta de tesis doctoral. Desgraciadamente «quod naturat non dat, Salmantica non praestat» ¿ ... o sí?, basta ver cómo muchas personas han prosperado y no precisamente por sus capacidades o habilidades ¿o sí? Salamanca no madura, se pone pocha, Salamanca no crece, mengua. Salamanca no abre las ventanas para respirar aires nuevos, prefiere respirar el aire enrarecido en el paso del tiempo por un cierto talante cainita y un espíritu conservador, en el mal sentido de la expresión. Salamanca se maquilla y se viste con ropajes, a veces inadecuados como esas señoras de cierta edad que se pintarrajean de manera entre carnavalesca y grotesca, al tiempo que visten o revisten su cuerpo con pantalones de untar o embutir dejando clara y manifiesta una anacrónica realidad. No nos confundamos, Salamanca no necesita lavarse la cara cada mañana, Salamanca amanece cada día con su belleza natural. Quizá quienes necesitamos cambiar somos los salmantinos, los adoptivos también. Hemos de restaurar nuestra mente y nuestra mirada, pero sobre todo, nuestra manera de amar lo nuestro y a los nuestros. Salamanca merece todo nuestro amor y respeto, lo cual implica compromiso incondicional. Es hora de dejar de «comer cebolla y eructar jamón», ¡cuántas veces he escuchado!: «Salamanca no es de invertir, es de ahorrar». Uno se pregunta, invertir ¿en qué?, no queda más remedio que ahorrar. Lo triste y lamentable es que, muchas veces, hemos ahorrado en pensamientos y planteamientos. Incapaces de arriesgar y dejar que entren nuevas corrientes de agua en una charca que se vuelve pestilente por momentos y dónde los peces de siempre mueren supuestamente de éxito, cuando en realidad se han empachado de comerse unos a otros. En fin, quizá Salamanca refleje mucho de lo que acontece en este país, pero ciertamente es una ciudad para vivirla y para sentirla. No podemos continuar dormidos en la noche de los tiempos ni pensando que no podemos avanzar en el tiempo. Tampoco pensemos que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino simplemente diferente y de aquellos polvos estos lodos, no sigamos embarrando el terreno de juego y hagamos equipo. Por cierto, a toro pasado, un recuerdo para alguien que supo hacer equipo en esta ciudad, alguien realmente brillante y con gran inteligencia y lucidez mental, para desgracia de algunos, don Sebastián Battaner. Nos dejaba el pasado día 13 sin previo aviso y de forma un tanto inesperada, le echamos de menos o más bien continuamos viéndolo caminar por nuestras calles o sentado, entre otros lugares, en la terraza del Novelty con la croqueta en el plato. ¿Tendremos la capacidad de tener con él algún detalle a título póstumo? ¿o pasará a formar parte del monte del olvido, como tantos otros que dieron y se dieron a esta ciudad y que ya sólo los más cercanos mantenemos viva su memoria?. Es hora de hacer equipo para sacar adelante muchas cosas, más allá de la camiseta que cada uno vistamos. Salamanca aún está viva, no consintamos que se convierta en un parque temático.