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Jon Rahm y su pifia en los últimos hoyos del último recorrido ha sido una de las grandes decepciones de las Olimpiadas. En general, París 2024 está haciendo que nos llevemos bastantes chascos, empezando por las chicas del fútbol, siguiendo por los chicos del waterpolo y rematando con el hundimiento del baloncesto o el taekwondo.
El petardazo de Rahm nos ha dolido especialmente porque iba lanzado a por el oro y el de Barrika la pifió en los cinco últimos hoyos. Sin embargo, de inmediato se ha abierto el cielo para todos nosotros y ha surgido un rayo de esperanza porque el golfista tiene un sucesor que en las próximas olimpiadas nos resarcirá de tanta amargura. Se trata del flamante ministro de Transportes, que entre tuit insultante y tuit faltón saca tiempo para darle palos a las bolas como si no hubiera un mañana.
En estos días en los que el transporte ferroviario se ha convertido en una prueba de supervivencia, con trenes a cuarenta grados y pasajeros rompiendo las ventanas para poder respirar, Óscar Puente practica el 'swing' en la Costa Blanca, impertérrito ante el desastre. Lo hace acompañado del ministro de Transformación Digital y Función Pública, de manera que tenemos asegurada una dupla ganadora en cualquier competición por parejas.
El ministro vallisoletano, que otros veranos se dejaba llevar por las olas en los yates de empresarios amigos, no está preocupado en absoluto por esas menudencias. Y mucho menos se va a preocupar porque los vecinos de Salamanca no podamos comprar un billete de autobús a Madrid a partir del 19 de agosto.
Nosotros no podemos hacer planes, pero el ministro está muy ocupado mirando las caídas del hoyo 18. Al de Pucela no le va lo de buscar soluciones y asumir su responsabilidad en el caos como haría un verdadero político. Lo suyo es primero insultar, luego echarle la culpa a otros y después seguir insultado. Si continúa así, llegará a presidente del Gobierno.
El Ministerio es el responsable de haber cambiado a Avanza por Monbus en la concesión de los viajes a la capital de España, pero los problemas que ese relevo está causando a los usuarios salmantinos le traen al pairo. Se piensa que con haber recuperado a medias (solo de lunes a viernes) la cuarta frecuencia del Alvia, ya ha cumplido con esta provincia, y no le pidamos más si no queremos ser objeto de la ira en esas redes que domina a la perfección.
Cuando el alcalde Carlos García Carbayo y otras autoridades y líderes sociales de Salamanca le piden la quinta frecuencia, Puente no escucha porque está consultado el número del palo con su 'caddy'. Por lo que él mismo dice de sí mismo, está acometiendo «una auténtica revolución en materia ferroviaria», que consiste en esencia en aglomeraciones, retrasos y nula información a los viajeros. Eso, aparte de mantener los precios más caros para la España menos rica (pongamos que hablo de Salamanca), mientras los más pudientes gozan de trenes superbaratos.
No solo tenemos mala comunicación por tren con Madrid, sino que ya somos de los pocos españoles castigados con peajes en las autopistas. La A-6 a Madrid debería haber sido liberada hace años, pero el Gobierno decidió mantener el cobro en Adanero hasta 2029 y no solo no se ha abarato, sino que cada poco suben los precios. A eso le añadimos el pésimo estado de las autovías que salen y llegan a la provincia, convertidas en un museo del bache y el parche por un Puente al que deberíamos invitar a meter la bola en todos los hoyos que su Ministerio no puede o no sabe rellenar. No le darían las vacaciones para tanto 'put'.
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