La sensatez de Tudanca

Pedro Sánchez no habla con pájaros ni se deja aconsejar por santeros, como hace su gran amigo Nicolás Maduro, pero no cabe duda de que vive en un mundo paralelo, en el 'mátrix' de La Moncloa. En ese paraíso maravilloso donde los jueces son perseguidos por hacer cumplir la ley, Sánchez ha tenido una visión y ha caído en la cuenta de que es «magnífico» ese acuerdo del PSOE con ERC por el que se rompe la caja única de Hacienda y se convierte a millones de españoles, entre ellos los castellanos y leoneses, en ciudadanos de tercera. Tenemos a los de primera, vascos y navarros; a los de segunda que van a disfrutar de los mismos privilegios que los de primera, es decir, los catalanes; y los de tercera, que pagamos la fiesta.

Deberíamos admitir que estamos ante un avance histórico. Lo de magnífico se queda un poco corto. Porque no solo se consigue sentar en lo más alto de la Generalidad al exministro negador de las mascarillas, aquel que nos recomendaba no usarlas porque daban una falsa sensación de seguridad, sino que al mismo tiempo se premia a los golpistas, se ceba la espoleta de la bomba que destruirá España y se empobrece a los más pobres para enriquecer a los más ricos. Eso es el socialismo moderno revisado por el sanchismo.

A todo esto, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, visitaba ayer una residencia de ancianos en Salamanca y eludía a los periodistas que querían preguntarle por el atraco a la catalana. Al más puro estilo del líder sanchista, que huye de las ruedas de prensa y solo se deja preguntar, y no siempre, por los plumillas del pesebre gubernamental.

Lo que tenía que decir Mañueco del pacto de la ignominia lo había dicho el día anterior en las redes sociales, al estilo Trump. Nos quedamos sin saber qué piensa el presidente del Gobierno regional sobre las consecuencias para Castilla y León y para Salamanca del recorte de inversiones que traerá consigo el engorde de las arcas de la Generalidad a costa del resto. Sus declaraciones tuiteras sirvieron de inspiración a los líderes del PP salmantino, el presidente del partido, Carlos García Carbayo, y el de la Diputación, Javier Iglesias, que se abonaron a esa «guerra judicial sin cuartel» que Mañueco anuncia contra el acuerdo de la vergüenza entre PSOE y ERC.

Menos mal que el portavoz del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca, sufrió ayer un ataque de sensatez y se unió a Page, Lambán y el resto de barones socialistas que han arremetido contra el saqueo de la Hacienda española decretado por Sánchez. Tudanca, un sanchista de tomo y lomo hasta hace veinticuatro horas, ha dilapidado sus escasas opciones de repetir como candidato de su partido en las próximas elecciones autonómicas. Eso es seguro. También parece seguro que el senador socialista por Salamanca Fran Díaz quiere repetir en el cargo, a tenor de sus tímidas y muy medidas declaraciones a LA GACETA, tildando el atraco fiscal de «asunto espinoso que debe abordarse de forma dialogada». Díaz puede apuntarse a la carrera diplomática donde le espera un brillante futuro.

Lo que ya no es tan seguro es durante cuánto tiempo y con cuánta energía mantendrá Tudanca su oposición frontal al cambalache decidido en Moncloa como pago por la investidura de Illa. Ya veremos si Tudanca, Page, Lambán y el resto de líderes regionales se muestran consecuentes con sus palabras y ordenan a los diputados socialistas de sus autonomías votar en contra del pacto con ERC.

De ser así, podemos empezar a pensar que el Partido Socialista ha dejado de ser sanchista a secas y ha vuelto a ser español.