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Los parches de Puente duran lo que un caramelo en la puerta de un colegio. El aguachirle de alquitrán que el ministro mandó verter en los baches de la autovía A-66 a la altura de Sorihuela han aguantado tres meses, al cabo de los cuales el firme ha vuelto a hundirse como si fuera de gomaespuma. El Ministerio ha colocado ya las señales de prohibido ir a más de ochenta y se dispone a adjudicar unas nuevas obras de reparación para no se sabe cuándo y que devolverán la firmeza al nada firme trayecto durante no se sabe cuánto tiempo, aunque será poco.
En la A-62 la situación no es mucho mejor. El Gobierno sanchista conoce el mal estado y el peligro para los conductores de la Autovía de la Plata a su paso por la provincia desde abril de 2022, pero ahí siguen los socavones que obligan a los conductores a circular por el carril izquierdo jugándose la vida y una multa.
Salamanca no merece una inversión importante, ni los conductores que se arriesgan por estas carreteras merecen la seguridad de llegar a casa de una pieza.
Al ministro pucelano el estado calamitoso de las autovías salmantinas le preocupa lo mismo que la paralización de las obras de electrificación de la línea férrea hasta Fuentes de Oñoro, la recuperación de la Ruta de la Plata o los accidentes en el enlace de Buenos Aires. Lo único que ha hecho desde que llegó al Ministerio ha sido recuperar la cuarta frecuencia del Alvia Amadeo, con dos años de retraso y después de una larga los de mentiras e incumplimientos. Ni siquiera la ha recuperado al completo, sino solo de lunes a viernes, no sea que nos vayamos a atragantar con tanta frecuencia.
Una vez terminado el curso intensivo de golf veraniego, a Óscar Puente lo que le quita el sueño son la críticas «partidistas e irresponsables» al sistema ferroviario español. El titular de Transportes no entiende que los usuarios, algunos periodistas y la oposición parlamentaria estén poniendo el grito en el cielo por las continuas averías y retrasos de los trenes. Las escenas de caos, colas y pasajeros rompiendo ventanas de los trenes para huir del infierno le parecen a Puente una prueba irrefutable de que «la red ferroviaria vive un gran momento». Y tiene razón: diversión no falta y quien quiera vivir una gran aventura no tiene más que subirse a un Avlo, un Alvia o un TRD para disfrutar de lo lindo.
Decía Puente el pasado viernes en la Comisión de Transportes del Senado que «nunca ha habido un momento mejor del servicio ferroviario en España» (cierto, quitando todos los demás) y que ya solo le falta oír que con Franco circulábamos mejor. Pues bueno, los trenes no eran tan modernos durante la dictadura, pero eran más puntuales, eso seguro. El récord con la mitad de los trenes retrasados lo ha conseguido el ministro vallisoletano y quedará ahí para la historia.
Un chulo de barra como Puente nunca juega a la defensiva. Así que intenta reírse de nosotros, y asegura que la prueba de la bondad del desempeño de Renfe es que se están batiendo récords en el número de viajeros «y los españoles no son tontos» y por eso eligen el ferrocarril. Claro, si las alternativas son el coche particular por las autovías de infarto, el autobús para el que a temporadas no se pueden comprar billetes y que cada año recorta paradas o el avión de Matacán que cada dos por tres se queda en tierra.. solo te queda la opción del tren. O vas en burro, que es más ecológico, gasta poco y te ahorras las multas.
En contra de lo que dice el ministro, está demostrado que los españoles somos tontos. Votamos lo que votamos y así nos va.
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